1. Así se conquista una de trece - Capítulo III - Quiero MIRARTE


    Fecha: 21/06/2017, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuenta que el período de prueba pasa en pocas semanas, y las chicas empiezan a abrirse de piernas frente a él o a subirse las faldas para acomodarse los pantimedias sin problema; la de profe que alguna vez se enamoró perdidamente de una estudiante, la de profe de quien varias estudiantes se enamoraron perdidamente, todo sin la menor consecuencia, la de profe que se comió a la niña de once y antes del grado, también a su madre; y finalmente, la de culiador de colegialas consagrado. Aunque yo me retiré en la cumbre. Algunos colegas llevaban muchos años de ser sondas excavadoras de culos de colegialas, pero yo no pude pasar de los dos años, pues estaba metiéndome en terrenos demasiado peligrosos porque, por alguna razón que no entiendo bien, la arrechera me superaba, y entre más colegialas diosas me cogía, más quería. Aunque había comido tanto culo y tanta panocha de colegiala, aún me portaba como un pobre reprimido, pues hasta me fascinaba hacerme debajo de las escaleras para ver culos en bicicletero. Si seguía así, el riesgo sería incalculable. Me di cuenta de que ya no tenía el control de mis ganas, sino que ellas me tenían bajo control a mí, cuando me aficioné a culiar niñas ya menores, de séptimo grado y a culiármelas en el colegio. Es justamente una historia de esas las que os voy a compartir, así que prepararos porque os la vas a jalar. Capítulo ii – “De esta manera es que se conquista una niña” ============================================== Laura, grado séptimo ...
    ... tres, el peor del colegio, donde estaban los más problemáticos. Parte de los conflictos que hacían a estos chicos especialmente difíciles, eran de índole familiar. Había no solo consumo y tráfico de drogas, vandalismo y delincuencia y violencia, sino prostitución. Desde que oí sobre ello, me dio curiosidad y excitación. Había el rumor que a Laura se la comía un tío, o algo así. Y yo no lo culpaba, pues Laurita estaba como para chuparse los dedos. Recuerdo como si fuera ayer, la primera vez que la vi: - profe, mírela, no tiene la blusa del colegio – me dijo una niña, acusando a Laura. cuando volteé a mirarla, quedé con la boca abierta. Laura, estaba sentada en su puesto, cambiándose de blusa, como si tal cosa. La que recién se había quitado estaba en su regazo y estaba apenas desenvolviendo la otra. Por lo pronto, no tenía más que una camiseta que por fuerza podía contener esas tetazas recién brotadas. Se le veía debajo un delgado, casi transparente sostén rojo, con las copas tan reducidas que solo le dibujan un retorcido triángulo sobre cada pezón. Y tenía frío, porque tenía los pezones salidos. La chica me sonrío mientras yo estaba petrificado con la boca abierta. Su sonrisa era perfecta, de reina de belleza, era blanca – “como una yuca”, decían sus compañeros -, tenía el cabello negro y abundante, lacio pero no liso. Sus facciones eran típicas de niña de trece años, esa ternura de pómulos prominentes y nariz que termina en una pequeña redondez imposible de dibujar. Siguió ...
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