1. La gitanilla Leila


    Fecha: 02/12/2018, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... puso la cara para que lo bañasen. Justino, no pudo aguantar más y se corrió en el vientre de Leila.
    
    Leila, al acabar de correrse, le dijo a Justino:
    
    -Er guzto er ma grande que una catedrá, ez como una montaña.
    
    Justino limpió con un pañuelo de mano la cara y el vientre de Leila.
    
    -Vístete que te voy a enseñar donde está enterrado el cerdo.
    
    -Er celdo no ce va a ezcapá. Quiero hacé er amó contigo.
    
    Justino era un cabronazo, pero no llegaba a tanto. No le quiso joder la vida a la gitanilla, y es que sentía algo por ella, aunque no sabía que era.
    
    -¿Y la prueba del pañuelo?
    
    -Yo zoy mujé de un zolo hombre.
    
    -¿Y qué me dices de tu novio?
    
    -Tiempo tendré de ezcaparme de la chabola.
    
    -Yo no me voy a escapar contigo.
    
    -¡¿Quién te cre que ez, er Cla Gable ece? Cometí er fallo de darte mi coño y ahora quiero que... ¿Quiere folla o no?
    
    -¿Y qué va a ser de ti?
    
    -¡Yo que cojone ce! Lo que ce ez que quiero que me dezvirgue tú.
    
    Justino, que ya estaba empalmado otra vez, se echó a su lado, y le dijo:
    
    -Si quieres, fóllame tú a mí.
    
    -Yo no ze follá, payo.
    
    -Aprende.
    
    Leila, le hizo a Justino lo que le hiciera a ella. Lo besó, pero sin lengua, cogiéndole la cara con las dos manos y mirándole a los ojos antes de besarlo. En cada beso parecía que quería asegurarse de que se lo daba a él. Después le lamio y le chupó las tetas y le lamió la polla. Justino, tampoco le dijo como hacer el trabajo ...
    ... correctamente. Poco después, Leila le decía a Justino:
    
    -¿Qué, me folla ya? Eztoy ardiendo.
    
    Justino, viendo a aquella diosa morena, trabajo le costó decir:
    
    -Sube encima de mí y fóllame tú. No quiero que después digas que te quité la virginidad.
    
    -¿Y quién me la va a quitá, la minga del celdo?
    
    -Es mejor que subas, bonita. Yo te podría hacer daño, pero si te la metes tú, a tu aire, te va a doler menos.
    
    Leila, subió encima de Justino. Cogió la polla en la mano y la acercó al coño mojado, la movió entre los labios, de arriba abajo y de abajo arriba. Se tocó con el glande el clítoris. Le gustó. Siguió frotando, frotando y frotando... Sintió como Justino se corría. La leche empapaba su mano cuando comenzó a correrse. Puso la polla en la entrada de su coño. Empujó y metió la cabeza. Una mezcla de dolor y placer hizo que su cuerpo se sacudiese... Acabó metiendo la polla del todo y volvió a follar a Justino hasta que quince minutos más tarde, más o menos, se corrieron juntos. Fueron dos orgasmos espectaculares. Sus bocas se unieron y se comieron mutuamente. El placer dejo sus cuerpos exhaustos.
    
    Al acabar, le dijo Leila a Justino:
    
    -Te tengo que contá un cecreto. Eztoy enamorá de ti dezde que era una niña. Dezde que venía con mi mama a ver ci ce oz muriera alguna gallina.
    
    -No sé qué decir.
    
    Yo sí sé que decir. Hoy en día. Leila y Fustino viven en Francia y son abuelos.
    
    Se agradecen los comentarios buenos y malos. 
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