1. Cuando se cogieron a mi mujer (Segunda parte)


    Fecha: 20/06/2017, Categorías: Anal Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    ... empezó a cogerla con ganas, profundo, Elizabeth trataba de zafar hacia adelante, evidentemente era demasiado grande, pero el solo la tomaba por su diminuta cintura con sus grandes manos, arrastrándola nuevamente contra él, haciendo que sus perfectas nalgas bronceadas chocaran una y otra vez contra su cuerpo, así, bien animal, bien profundo, y cada vez que mi mujer no se entregaba como él quería recibía una fuerte nalgada en respuesta, demostrando quien era el macho, quien tenía el mando
    
    Ella solo disfrutaba, su rostro estaba de lado sobre el colchón, con esas facciones tan excitantes de una mujer recibiendo placer, con su boca entreabierta, jadeando, con sus ojos cerrados y su ceño fruncido, con sus perfectas uñas rojas clavándose en las sábanas, largando gemidos que no podía controlar, y todo esto me enloquecía, sabía que él le daba un placer que yo no podía darle, jampas podría, empezaron a cambiar de posiciones, y también el empezó a jugar con las palabras
    
    —Y puta… te gusta mi verga?
    
    —Si… si… me… me en… encanta…
    
    —Quién te coge mejor? decilo, decí el nombre del hombre que te coge mejor…
    
    —Vos… Jere… mias… Jeremias!
    
    —Pero y tu esposo? él está acá mirando…
    
    —No... no im... porta… vos… vos..
    
    Mi esposa hasta sonaba inconexa, él la llevaba a ese estado de placer y excitación, y mi verga parecía explotar en cualquier momento…
    
    —Y quien tiene la verga más grandota, la que más placer te da?
    
    —Vos… vos… Jere… amo tu… tu verga…
    
    —Y te gusta hacerlo ...
    ... cornudo a tu marido? el disfruta de esto…
    
    Creo que en ese momento ella hizo un click ante la pregunta y recordó que yo estaba ahí, y que era parte del juego, por primera vez tomó el control, hizo que él se recostara, y vino casi a mi frente, con sus piernas abiertas, en cuclillas, fue bajando, tomó la verga de su amante y dulcemente la fue metiendo en su concha, la maldita empezó a jugar con eso, ella manejaba el ritmo haciendo todo con cadencia, meneando sus caderas de lado a lado, haciendo un mete y saca muy lento y provocativo, a medio metro de donde yo estaba sentado, mi mujer me dejaba ver como su lujuria le hacía disfrutar más de veinte centímetros de gruesa carne.
    
    En ese momento me di cuenta que ella no lo estaba haciendo por ella, lo hacía por mí, ella quería regalarme un primer plano de su golosa concha comiéndose todo esa carne, ella me miraba fijamente, ella me quemaba con su mirada, y cada movimiento sensual que hacía me llevaba al abismo, le supliqué que dejara de provocarme, era todo muy rico, y ella fue cayendo presa de su propia seducción, empezó a perder la cordura, era evidente que su amante se acercaba al orgasmo, ella solo empezó a gemir nuevamente pero no aceleraba el ritmo, todo era lento, la verga de Jeremías empezó a contraerse rítmicamente y Elizabeth solo bramó, dejándome saber que le estaba regalando un terrible orgasmo.
    
    Sus cuerpos se mostraban transpirados por el calor de primavera, las gotas de humedad rodaban por el rostro de mi amada, sus ...
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