1. Siglo XIX


    Fecha: 02/04/2024, Categorías: Lesbianas Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    A finales del s. XIX vivía en Madrid una dama, Susana, vivía sola de una forma relativamente acomodada gracias a una pequeña renta y un piso heredados de sus padres.
    
    En esa época una mujer sola dependía de su marido o de su padre. Pero ella no estaba dispuesta a someterse a nadie, quería su libertad. A causa de esto decidió buscar una compañía lo mas agradable y entretenida posible.
    
    Por culpa de la época pensó que el escándalo seria mayusculo, si se buscaba un hombre ya no solo por la moral, nadie se tomaría a bien que conviviera con un tipo. Sino además, el colmo de los colmos, por tomar ella la iniciativa. Y un hombre querría casarse y quedarse con todo, mandar él.
    
    Era una chica decidida y caliente. Tenía ganas de sacarse las telarañas del xoxito con algo más que sus propios dedos.
    
    Ante ese panorama decidió que su compañía debía ser de su mismo sexo, a poder ser guapa y de origen pobre. Que entraría en su casa en calidad de criada, ama de llaves y señora de compañía todo junto.
    
    Para encontrarla recorrió porticos de iglesias y sopas de convento. Susana no se amilanaba por nada, disfrazaba su búsqueda de caridad. Así podía recorrer Madrid sin que nadie se extrañara, sin escándalos. Vagaba por las zonas donde se apiñaban mendigos y los alrededores del Manzanares al oeste y sur de Madrid.
    
    De pronto una casa llamó su atención. Una corrala, construcción típica de la época con un patio al que daban corredores abiertos con las puertas de las viviendas. Penetró en ...
    ... ella por un corralón o corredor sucio y lleno de basuras.
    
    Por allí pululaban niños medio desnudos jugando entre los escombros. En un balcón un grupo de prostitutas con los pechos al aire, fumaban y reian. Un poco más allá un hombre pegaba a una mujer y solo ella sabía si gemia de dolor o placer.
    
    Un piso mas arriba, una chica tendía de una cuerda ropa recién lavada, entre tiestos de geranios. Aquello era un detalle que no pasó inadvertido. Una pista sobre una joven limpia y trabajadora.
    
    La observó atentamente, el cabello recogido en alto descubriendo un cuello fino y elegante. Era morena, los ojos pardos y grandes, la nariz aguileña, los labios rojos gruesos y sensuales, deliciosos y que invitaban al beso.
    
    Su cuello fino y torneado como una columna de mármol que el pobre vestido no podía tapar, el busto que se adivinaba estaba bien formado y parecía firme aunque no muy abundante, quizá por su juventud.
    
    Los antebrazos aparecían finos y las manos pequeñas asomando de las cortas mangas, casi como los de una dama. Caderas redondeadas y pies descalzos diminutos.
    
    Había encontrado lo que buscaba. Se interesó por la jóven que tendría alrededor de los diez y ocho años, quizá los diez y nueve. Se llamaba Casta, hasta ese momento le venía bien el nombre.
    
    Ya se ocuparía Susana de que no fuera tan adecuado. Trabajaba en lo que salía siempre que fuera decente, costurera, planchadora o vendedora. Ya no tenía familia, todos habían muerto.
    
    Dos chicas solas en el mundo, ...
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