1. Los deseos de Damaris


    Fecha: 19/12/2023, Categorías: Lesbianas Autor: ArgioB, Fuente: CuentoRelatos

    Llego a casa de Mabel. La música resuena en el interior y el olor a alcohol se filtra por las rendijas de la puerta mezclado con el tabaco y algún otro aroma dulzón que no sé discernir. Alguien desconocido me abre la puerta y se marcha. Permanezco algunos segundos bajo el quicio de la entrada observando el interior. Tardo unos segundos en adaptar la vista a la penumbra, no hay una sola lámpara encendida, sólo velas, montones de velas distribuidas estratégicamente por todo el pasillo, en la escalera, y por supuesto, en el gran salón, donde el volumen de la música y la semioscuridad envuelven los movimientos sugerentes de quienes se dejan llevar por ella sin control.
    
    Cierro la puerta tras de mí y avanzo unos pasos dándome de bruces con Mabel, que me mira perpleja de arriba abajo, sin mediar palabra me coge por la muñeca y me arrastra literalmente hasta su dormitorio.
    
    —Pero... ¿Qué carajos es eso? —pregunta, apenas entramos en su habitación.
    
    —¿Qué? ¿No te gusta?
    
    —¿Es en serio? ¿Vans? ¿Jeans? ¿Camisa tres cuartos? ¡Por Dios, Damaris!, —rezonga frente al espejo, mientras se ajusta sus firmes pechos en su vestido rojo—. Querida, esto es una fiesta, no es una iglesia. Así que hazme el favor y deshazte inmediatamente de esos trapos.
    
    —¿Y qué se supone que me voy a poner?
    
    —Eso te vas a poner —dice, ladeando su cabeza con una sonrisa y señalando las prendas de vestir sobre la cama—. Mujer prevenida vale por mil, querida. Sabía que vendrías vestida como una mojigata ...
    ... y, bueno, tomé mis precauciones.
    
    Miro mi ropa y no percibo nada extraño en ella, a excepción de un clasicismo que parece estar fuera de lugar en esta fiesta. Pero no puedo resistirme. Una fuerza interior hace que me deshaga de ella y me coloque la que Mabel ha elegido para mí.
    
    Después de escasos minutos, abro las puertas del armario para observarme en un espejo de cuerpo entero y me ruborizo mientras me pregunto si seré capaz de salir a la fiesta vestida así.
    
    Nunca me he vestido tan apretada, tan insinuante, tan sugerente. La falda ceñida de punto gris remarca mis curvas hasta el último milímetro. No había sido consciente, sino hasta este instante de la atractiva redondez de mis caderas y de la prominencia de mis nalgas, elevadas y firmes, cuyo trazado curvo muere en el comienzo de mi espalda, parcialmente descubierta, imbuida en el top negro anudado al cuello que deja al aire parte de mi cintura, de mis hombros torneados y un amplio escote que desvela sutilmente la parte superior de mis senos. No cabe nada más en el interior del top que casi me corta la respiración.
    
    —Mabel, yo...
    
    —Tú, nada —interrumpe, detrás de mí con sus manos puesta en mis hombros—. Tú, nada, querida. Además, está aquí, abajo, y sé que le fascinará verte vestida así.
    
    Su revelación me ha bloqueado, no sé si Mabel se está refiriendo a la misma persona en la que estoy pensando, pero desconocía que estaría aquí y, por un momento, me asalta la duda de salir huyendo de inmediato. No sé, pero ...
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