1. Sometido por mi ex


    Fecha: 18/11/2023, Categorías: No Consentido Autor: Damian Rex, Fuente: CuentoRelatos

    ... delicada piel de mi glande. Las sensaciones eran poderosas y eléctricas, intensificadas por el miedo y la incredulidad que asediaban mi mente.
    
    No puedo negar que desde el aspecto puramente físico la sensación era muy placentera, pero el hecho de estar siendo forzado me humillaba de una manera inconcebible. Me sentí ultrajado en grado sumo y gradualmente comprendí lo que era ser verdaderamente poseído por alguien: no bastaba con que se adueñara de mi cuerpo, se había adueñado de mi placer y lo usaba a su antojo.
    
    Fue en ese momento en que me percaté de que la estimulación que recibía mi pene surtía efecto y comencé a sentir mi erección formarse poco a poco. Al darme cuenta de esto me sentí no solo completamente humillado sino también traicionado por mi propio cuerpo, que se entregaba al placer en contra de mi voluntad. Mi pene siguió creciendo y en poco tiempo llegó a estar completamente erecto y palpitante, reaccionando ante cada una de las incesantes pasadas de las manos de mi captora, quien me masturbaba cada vez con más fuerza y más velocidad.
    
    Vi una sonrisa dibujada en sus labios y me di cuenta de que su objetivo era hacerme venirme, y así ejercer un control absoluto sobre mí. Si lograba provocarme un orgasmo en contra de mi voluntad, su posesión de mi cuerpo y de mi ser sería total. Por lo poco que me quedaba de dignidad en ese estado, no podía permitirlo.
    
    Después de unos momentos decidió cambiar su movimiento. Ahora cada una de sus manos comenzaba desde el ...
    ... glande y empujaba hacia abajo. Antes de que cada mano llegara al final de su recorrido, la otra ya había comenzado el suyo. La sensación se incrementó al doble o al triple, lo cual me hizo producir un gemido completamente involuntario. Fue un sonido soez y descontrolado. Mi cuerpo ya no respondía a mi voluntad y se había entregado a los caprichos de la mujer que me sometía. Pasaron varios minutos y ese gemido inicial, fecundado por las sensaciones cada vez más intensas en mi pene, dio lugar a toda clase de gritos y sonidos sexuales que nunca antes en mi vida había emitido.
    
    No estoy seguro de cuanto tiempo pasó pero la tortura sexual se prolongó llevándome a los límites de mi cordura, al punto en que cedí el control de todo mi cuerpo con tal de aferrarme a una sola cosa: ella no me haría venirme, no le entregaría mi orgasmo.
    
    Entonces, sin aviso alguno, abandonó sus movimientos soltando mi pene, el cual se quedó repentinamente solo, pulsando al ritmo de las caricias que lo habían estado envolviendo segundos antes. Después de un momento, habló:
    
    —No me quisiste dar hijos por las buenas, ahora me los vas a dar por las malas.
    
    Estas palabras me helaron la sangre porque finalmente entendí su propósito. No solo quería poseerme en cuerpo, mente y placer, sino que quería mi semen. Quería el hijo que le negué hace tantos años, el cual habría de ser producto de algo mucho más oscuro que la simple lujuria, sería engendro de un acto de degeneración absoluta, del sometimiento más ...