1. Heil mama (Cap. 7)


    Fecha: 01/08/2017, Categorías: Fetichismo Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo zorra que era en realidad. Pero no hice nada. Respiré hondo varias veces y me fui a casa.
    
    Me encerré en mi habitación, más agitado y furioso de lo que nunca había estado. Después de todo, mi madre era igual que su viciosa hermana, incluso peor, pues fornicaba con un sacerdote, y negro, por si fuera poco. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo iba a mirar a mi madre a la cara después de aquello? La imagen de su hermoso cuerpo ensartado por el oscuro cipote no desaparecía de su mente, ni la expresión de perverso éxtasis en su hasta entonces angelical rostro. Caminé de un extremo a otro de mi habitación, una y otra vez, murmurando y llevando las manos a mi rapada cabeza. Hasta que escuché un suspiro cerca de mí. Había alguien en mi cama.
    
    Ya os he hablado de mis alucinaciones, y también de ese número de la revista Interviú en cuya portada aparecía la sex-symbol del momento, Marta Sánchez, peinada y maquillada a lo Marilyn y vestida solo con un albornoz blanco. Pues allí estaba la cantante, tumbada en mi cama, enseñando cacha y escote de forma estudiada por la abertura del albornoz, con su rubia cabeza en mi almohada, mirándome de una forma que pretendía ser sensual y resultaba un poco socarrona.
    
    —¡Heil Paco! —saludó, haciendo el saludo nazi con el brazo.
    
    —¡Fuera de aquí! No estoy de humor para gilipolleces —le dije.
    
    —Venga, hombre, ¿no quieres hablar conmigo? Estoy aquí... Desesperada —ronroneó, cambiando de postura. Se tumbó de lado, apoyada en un codo, con una pierna ...
    ... desnuda doblada sobre la cama y sus bonitos pechos casi al aire. Por si alguien no ha pillado la broma, “Desesperada” era el título de una de sus canciones más famosas.
    
    —Cállate de una puta vez. Si supieses lo que acabo de ver... Joder, claro que lo sabes, estás dentro de mi cabeza —farfullé. Hablar con mis alucinaciones me ponía de los nervios, sobre todo cuando eran tías buenas que desaparecían si intentaba follármelas o me hacían jugarretas como la de Claudia Schiffer en la ducha.
    
    —Sí, lo he visto. Y tampoco es para tanto, cielo —dijo Marta. Se sentó en la cama, poniendo las puntas de los pies en el suelo. Fingió no darse cuenta de que podía verle un pezón.
    
    —¿Que no es para tanto? ¡Acabo de ver a mi madre... Follando... Con un puto negro! —exclamé.
    
    —¿Estás seguro de eso, Paco? —preguntó la rubia.
    
    —¡Claro que estoy seguro! ¡Lo he visto con mis propios ojos!
    
    —Me estás viendo a mí con tus propios ojos, y yo no estoy aquí.
    
    Tenía razón. La alucinación era tan real que incluso podía ver el colchón hundido alrededor de su trasero, su sombra proyectada en las sábanas. Hasta podía olerla y sentir su calor si me acercaba lo suficiente. Pero se equivocaba. Lo que había visto en casa del párroco había sido real.
    
    —Sé diferenciar la realidad de estas movidas —afirmé, convencido —. Además, ¿por qué iba a tener una alucinación en la que mi madre se folla al cura?
    
    —Bueno, para empezar él mismo te metió la idea en la cabeza cuando fuiste a confesarte. Quería sacarte de ...
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