1. Gracias Fernanda


    Fecha: 27/09/2018, Categorías: No Consentido Autor: FernandaAbril, Fuente: CuentoRelatos

    ... luego “se decían engañados y avergonzados de salir con alguien como yo. Pero este fue más despreciable: corrió la voz en la oficina de su “aventura” conmigo y me hizo ver como una ramera. Y ni chisté. Realmente me porte así. Me sentí súper humillada.
    
    Nada nuevo acerca de los cobardes: te provocan, te desconocen, y luego arrastran tu reputación para que los consideren bien machos. Y yo que no aprendí nunca.
    
    La noche en que ocurrió el suceso que mencioné al inicio, fue porque tuve que trabajar hasta tarde para terminar una presentación. Salí pasada la media noche bajo un apacible aguacero. Por suerte llevaba ropa seca en mi carro. Claro, ropa de mujer.
    
    Antes de poner en marcha el motor, como diario, me puse mis mallas, mi top negro, blusa escotada, una chamarrita de piel y sandalias en mis pies, Conduje tranquilamente por la ciudad lluviosa ajeno a lo que me sucedería al llegar. Estacioné mi compacto a pocos pasos de la entrada y miré alrededor. Ni un alma.
    
    Los árboles temblaban cuajados de agua y sus ramas oscurecían la banqueta. Saqué mi paraguas y salí del auto, Caminé sintiendo la fresca lluvia en mis pies delgados y finos, de uñas cortas y naturales, recién hechos de la pedicura. Iba pensando en saborear una taza de café caliente y ver una película, pero al llegar a mi puerta contuve la respiración: Ahí estaban dos vecinos aguardándome. Instintivamente cubrí mis senos y no supe que decir al verme descubierta. Sólo saludé tímidamente y pedí permiso. Eran el ...
    ... jardinero y el plomero del edificio de enfrente. Dos señores cincuentones, algo panzones y ropa corriente que daban mantenimiento al edificio. Me vieron y sonrieron maliciosos.
    
    “Mira que ricura” -dijo uno mostrando su dentadura de lobo-. El otro me anunció: “Te estábamos esperando, Fer.
    
    Pensé en explicarles, pero solo balbuceé. Estaba atrapado. Me rodearon. Uno se puso uno atrás y otro delante de mí, y me dijeron al oído. “invítanos a pasar. No te vas a arrepentir. Accedí por vergüenza y por miedo. No quise contradecirlos.
    
    En cuanto estuvimos dentro, el plomero me sujetó con suavidad los hombros y me advirtió.
    
    “No tengas miedo mijo. Vas a sentirte mujercita de veras.” El jardinero sacudió mi pelo con cariño y me dijo: “estas más chula, que muchas viejas del edificio.”
    
    Estaba inmóvil y vi mi reflejo en mi espejo de la entrada: Vi una muchacha en medio de dos jabalíes con aliento alcohólico.
    
    Estaban medio ebrios, pero limpios y con olor a loción barata. Según ellos iban muy seductores. Sus piropos me tranquilizaron un poco pero no descartaba la posibilidad que me lastimaran y quedara exhibido. Me imaginaba la vergüenza, las burlas Temblé de horror al imaginarme golpeado y ridiculizado. Traté de calmarme.
    
    Quise tomar control de la situación y dejé mis sandalias para caminar descalza hacia mi recamara, seguida por dos machos en celo. La adrenalina se arremolinó en mi pubis y entonces decidí jugar y ser Fernanda. Volteé coquetamente y poniéndole un dedo en la boca ...