Rosy cada vez mas putita
Fecha: 26/09/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Un día llegué a su casa sin avisar, ella estaba muy ocupada y se puso nerviosa. Quería coger con ella, pero parecía que a ella le daba miedo por estar en su casa. Me dijo si quieres te la jalo un ratito. La comencé a besar y cachondear y casi la tenía desnuda. Con toda la calma del mundo y una gran sonrisa le di un bofetón. No demasiado fuerte, aunque sí sonoro. Lo justo para empezar con la humillación. Se puso a gritar como una loca y empecé a lamer sus tetas y mordisquear sus pezones. Lamí su vagina depilada, parece que la nena es más puta de lo que quería reconocer. β Es por higiene β aclaró. ¿Cuántas vergas te has metido ya por ahí eh? β Putita, arrodíllate, me apetece verte así delante de mi pene β dije, empujando sus hombros. β Ahora contéstame y dime a cuantos tipos te has tirado. Y no me digas que ninguno, que sé de sobra que como buena puta sabes hacer más de una cosa a la vez. β No lo sé, algunos han sido rollos de una noche, tendría que ponerme a pensar. β Ah, mira, no sabes cuántos tipos se la han tirado β dije entre risas β ¿diez, veinte? ¿Cincuenta, cien, doscientos? β estas últimas preguntas. βpues entre diez y veinte. β ¿Y a cuántos pendejitos de esos les has mamado la verga? β Sólo a mi esposo, y una vez muy poco rato, no me gusta hacerlo. Dejó de masturbarme y me miró a los ojos. β ¡Vamos, túmbate en el suelo! Abrí sus piernas todo lo que pude, acerqué la boca a esa puchita que me volvía loco y empecé a comérmela. A los pocos minutos gemía como loca, ...
... cachonda pérdida. β Sigue, sigue, estoy a punto de venirme. Paré de golpe. β Vamos, zorra nalgona, venβ Me agarré la verga mientras la veía andar hacia mí, , su cara roja por la vergüenza y la humillación, y jadeando, por el esfuerzo y lo cachonda que estaba. Cuando ya le faltaba poquito la agarré del pelo y la arrastré hasta mí. β Muy bien, guapa, entonces dime, ¿quieres disfrutar? ¿Estás cachondita? β Sí, bueno, un pocoβ¦ β Un poco no, puerca, estás caliente como una perra en celo. Dilo. β Estoy caliente como una perra en celo. β Si me satisfaces, tal vez te corras. Si no, no sólo no te correrás y, encima, te voy a tener horas aquí. Tú eliges. β Está bien, lo haré, pero por favor, deja que me corra. β Luego. Ahora, ¿no tenías nada que decirme? Cerró los ojos, muerta de vergüenza, y dijo: β Por favor, chuparte la verga. β Pues no me haré de rogar, zorrita. La agarré del pelo y empecé a penetrar mi pene en su boca. Poco a poco la metí, ordenando que abriese más y más la boca, puesto que, aunque no muy larga. Al llegar a su campanilla y notar varias arcadas, intentó sacársela, pero me esperé un poquito y, además, solté una de las manos de su pelo y le tapé la nariz. Sólo le saqué la verga cuando le caían un par de lágrimas por las mejillas, del esfuerzo. Pensé que iba a soltarme toda una bola de insultos, pero no. No dijo nada, así que aproveché para humillarla un poco más. β Al cornudo no se la mamaste así, ¿no? β No, solo se la lamí un poco. Dime, ¿te corres sólo con penetración o ...