1. Fermín, el muchacho que odie y ame


    Fecha: 14/09/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Hola, iniciare por describirme, pues es así como se empiezan regularmente estos relatos. Mi nombre (ficticio) es Javier, actualmente tengo 19 años y curso la carrera de Economía. Sin embargo, mi relato toma lugar en la secundaria, cuando apenas tenía 14 años. En esa época, medía 1.64 m , pesaba 52 kilos y tenía una complexión delgada, pero nada tonificada. De tez morena, ojos oscuros color marrón, cabello castaño más oscuro que nada, labios carnosos, un culo grande que me causaba ciertas inseguridades, y una verga de 14 cm. Mi vida era tranquila y feliz. Soy bisexual, sin embargo, en ese tiempo me consideraba heterosexual, había tenido ya solo unas cuantas novias con las que realmente pase buenos momentos. Nunca había considerado tener sexo con ninguna de ellas, no porque no quisiera, sino porque me asustaba pensar en el embarazo no deseado y en como eso podría arruinar toda mi vida académica y social. Mis amigos eran reducidos, pero fieles. Los maestros me tenían gran aprecio porque siempre participaba en clases y en proyectos extracurriculares y, a decir verdad, era un ñoñazo La vida en la secundaria hubiera sido tranquila, de no ser por Fermín. Fermín era un adolescente bravucón, de esos que tienen problemas en casa y se despejan molestando a todos en la escuela. Participaba en banda de guerra y de ahí conocía a varios muchachos que le seguían el juego y le lamían las bolas. También, practicaba fútbol americano y por ello, estaba mamado. Pero no tonificado, sino más bien ...
    ... era gordo pero fuerte, tenía musculo y grasa. Era gordibueno si se puede usar ese termino. era alto, 1. 77, 80 kilos, moreno y con un peinado militar que lo hacía parecer algo de temer. Su conducta machista, su misoginia y homofobia, su religiosidad hipócrita y su pavoneo constante, me hacía odiarlo a montones. No recuerdo que fue lo que denoto nuestro odio mutuo, pero desde inicios de clases, nunca pudimos congeniar. Era tal vez, porque sus ideales y pensamientos distaban mucho de lo que yo tenía como correcto y honrado. Durante dos años estuvimos peleados a muerte, el me molestaba cada vez que tenía oportunidad: tirando mis cosas por la ventana, empujándome en las escaleras, insultándome en frente de todos, ya saben, cosas típicas de un adolescente mamón. Pero yo respondía, insultándolo de vuelta, empujándolo si era necesario (era mil veces más grande que yo, así que eso lo físico lo usaba poco), haciendo artimañas y jugarretas inteligentes para que no salieron al recreo, no participara en banda de guerra o le bajaron puntos (como ya lo dije, los maestros me amaban). Y así, nos la vivimos peleando. Pero, como todo, algo cambio el tercer y ultimo año de la secundaria. Sus acosos disminuyeron dramáticamente al igual que su participación en la banda de guerra. Algo había cambiado en él, no molestaba a nadie, hablaba poco y no echaba tanto desmadre como antes, me preocupaba de cierta forma. Íbamos en las primeras semanas de clases cuando note que comenzaba a mirarme más seguido, ...
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