1. ¿No que no?


    Fecha: 12/10/2022, Categorías: No Consentido Tus Relatos Autor: Arandi, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... a coger, aunque fuera frente a las narices del marido.
    
    Por algo bien se lo había advertido Eulogia, “O te interesa el Jefe de personal, y sacias tu deseo cuidándote de que tu marido no se entere; o le pones un hasta aquí y se lo dejas bien claro a ese cabrón, para que no tengas problemas”. Pero Trinidad no parecía ser coherente con su propio sentir; ni se alejaba de las intenciones de Sánchez Medina ni las aceptaba abiertamente, así que todo siguió su curso. Trinidad hizo lo que las personas que no quieren cargar con la responsabilidad de vivir hacen: dejan todo a la voluntad de Dios diciéndose, “Que sea lo que Diosito quiera”.
    
    Y así fue, en vez de decidir por su propia cuenta.
    
    —Ahí va ese pinche barbero de Sánchez Medina —expuso Casimiro, expresando los sentimientos que el mentado le producía, justo el día que por fin ocurrió lo que tenía que pasar.
    
    Alberto seguía los pasos del Patrón hacia su oficina.
    
    Casimiro, por su parte, le estaba revisando la máquina de coser a su esposa, pues tal aparato se había estropeado.
    
    —Hasta parece que le encanta olerle los pedos al viejo; pinche lambiscón, siempre detrás del patrón —siguió comentando el esposo de Trini mientras continuaba su trabajo.
    
    Ella vio a Alberto sin compartir los sentimientos de su marido.
    
    —Ay, tú ni te metas. No te vaya escuchar y te busques un problema —comentó Trinidad.
    
    —¿Y qué...? ¡¿Crees que le tengo miedo?! —le respondió en tono brusco Casimiro.
    
    Le pareció que su mujer ...
    ... defendía a aquél, y aquello le molestó. «¿Por qué defendía a ese tipo?», pensó.
    
    Una vez estuvo reparada la máquina Casimiro se fue dejando a su esposa Trinidad cumpliendo con su jornada laboral. Como era habitual la mujer se enfocó en su labor sin percatarse de lo que sucedía a su alrededor. Fue por ello que una presencia le sorprendió. 
    
    —¿Qué tal Trinidad, cómo te va? —dijo la voz masculina sobre el hombro de la trabajadora.
    
    Trini volteó y, mirándolo cual alto era, vio a Alberto Sánchez Medina, el Jefe de personal, justo detrás de ella.
    
    El hombre estaba allí plantado y aquella temió que los viera su marido. Miró a su alrededor en su busca pero no lo halló.
    
    Sánchez Medina continuó hablando. Su sola presencia producía reacciones químicas en el cuerpo de la mujer quien no lograba comprender aquello. Apenas si cayó en la cuenta de que su corazón palpitaba más rápido.
    
    —Oye. Ya casi es hora de comer y me gustaría invitarte.
    
    —Ah... disculpe... Don Alberto, pero mi esposo y yo comemos juntos y él no... —inmediatamente objetó Trinidad.
    
    —Sé que es así pero hoy no estará para hacerlo. El patrón me dijo que lo necesitaban en Naucalpan y lo envié. Al parecer el técnico de allá se reportó enfermo y según sé tu marido estará muy atareado. No podrá comer contigo, así que, qué te parece si sólo por hoy nos acompañamos. Permíteme esta vez, sólo ésta.
    
    Trinidad no podría ser tan ingenua como para no darse cuenta lo que aceptar tal invitación significaba, no obstante, ...
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