Estrenando sumisa - Relatos Eróticos

Estrenando sumisa

... lo que te digo- digo mientras la acaricio tratando de calmar un poco su dolor antes de proseguir- Ahora, para que no olvides la importancia de obedecer, ponte a cuatro patas. En la cama, vamos, mirando al espejo, quiero que mires tu cara mientras pruebas la paleta.
Sin decir palabra se puso en la posición indicada y tras continuar brevemente las caricias con la paleta para que se habituase el tacto, seguí con el castigo.
-Veintiuno… no debo ser… una guarra facilona… gracias por educarme… señor…-respondió apretando los dientes.
-Veintidós… no debo… ser… una… una… guarra facilona… gracias por… por educarme… se… señor…- continuó entre sollozos, por lo que me detuve y situándome frente a ella, tras darle un bofetón, la dije:
-Te he dicho que no quería nada de lloros, si no eres capaz de contenerte ya te contendré yo- saqué una mordaza de bola de mi mochila y me aseguré de que no pudiera emitir más sollozos- A partir de ahora, no hará falta que sigas contando. Ahora ya puedes tratar de quejarte todo lo que quieras. Eso sí, como castigo por tu falta de insolencia, recibirás 20 azotes extra. De este modo, aprenderás que te conviene obedecer a la primera.
Seguí azotando ese culo con la pala, mientras en el espejo veía su cara de dolor, hasta que en a los 50 azotes las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Me detuve y volviendo a posicionarme frente a ella, limpié bruscamente sus lágrimas con mis dedos.
- ¿Qué es esto? ¿Tampoco sabes contener las lágrimas? En ese caso, ...

... tendremos que darte un poco de intimidad si la vista de tu castigo te resulta excesiva…-le digo maliciosamente, mientras saco un antifaz de mi mochila y se lo pongo con cuidado- ahora ya, no tendrás que ver el espectáculo que estas montando. Pero a cambio, recibirás un total de 100 azotes. A no ser, claro, que desees seguir empeorando tu situación y comiences a tratar de esquivar tu castigo o algo similar…
Al finalizar el castigo, pasé suavemente mi mano por su espalda, acariciándola por encima de la camiseta que aún llevaba puesta y a tras recorrerla de abajo arriba, volví a bajar hasta recorrer todo su ardiente y mal-trecho culo hasta acariciar sus bragas. Pudiendo así comprobar que estaban tan húmedas como su cara.
-Muy bien, aunque te ha costado un poco al final has sabido comportarte como una niña buena- la felicité mientras poco a poco procedía a quitarle el antifaz y la mordaza. - ¿Qué tal estás? - le pregunté mientras sentado en la cama alargaba mi brazo para atraerla hacia mi y sentarla sobre mis rodillas, teniendo el detalle de permitir que su dolorido culo descansara en el hueco de entre mis piernas.
-Bien- contesto tímidamente mientras se abrazaba a mi cuello tratando de esconder su rostro en mi pecho. Estuvimos así abrazados hasta que logró dejar de llorar y tras besarla en la boca continué- Pues ahora que ya has visto de que va esto, va siendo hora de que te explique las reglas. De rodillas, frente a mí-Ordené, dejando atrás el tono suave que había estado ...