1. Qué rica verga tienes, Papi


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos

    ... erecto hacía un bulto bajo su pantalón.
    
    -¿Pretende que me masturbe aquí mismo? ¿es eso? ¡Pues olvídelo! Ni usted ni sus videítos me asustan- Pero estaba más que aterrada, no dejaba de pensar en que el viejo calvo mentía y tenía más copias del vídeo donde aparecía dándole placer oral a mi novio dentro de la escuela.
    
    -No es eso lo que le estoy pidiendo, señorita Dulce. No pretendo que se masturbe, sino que le ordeno que me deje mojar mis dedos en su jugosa vagina-. Yo no pude contestar nada, ni pude seguir aguantando las ganas de llorar y entonces me resigné a complacer la petición de mi profesor. Ahí sentada, abrí las piernas e incliné mi cabeza hacia atrás para que las lágrimas no salieran tan fácilmente de mis ojos. -Levántese la falda y bájese las bragas- Yo lo obedecí y luego de hacer lo que me decía, abrí más las piernas. El profesor Carlos movió su silla y la mía hasta hacernos quedar de frente y luego, se ensalivó el índicé para después introducirlo muy lentamente en mi vagina, que estaba seca por el miedo que tenía en ese momento. Luego sacó su dedo y lo llevó a su boca para poner más saliva y metérmelo de nuevo, ésta vez más al fondo, mientras su otra mano acariciaba la parte interna de uno de mis muslos. Al ver mi nula respuesta, el profesor me dijo -Ya veo que te gusta que te llenen el coño, zorra- Y entonces introdujo en mi cavidad su dedo medio también, causándome un fuerte dolor que me hizo cerrar las piernas casi como por reflejo. -Vuleve a abrirlas, ...
    ... Dulce. Es una órden-. Me dijo mi profesor con la ira contenida en sus palabras, pero no así en su rostro que estaba enrojecido de cólera. El miedo que me causó su expresión enfurecida fue más fuerte que mi dolor e hice un esfuerzo por abrir de nuevo las piernas.
    
    Aún no se por qué, pero cuando los dedos de mi profesor empezaron a masturbarme a un ritmo más acelerado, mi cuerpo reaccionó en contra de mi voluntad y mi vagina comenzó a ponerse muy mojada y sentí cómo me recorría la piel una sensación muy placentera que además de endurecer mis pezones, me hizo soltar un gemidito. No podía creerlo, estaba muy excitada. Entonces el profesor sacó sus dedos de mi coño y los olfateó cerrando los ojos y poniendo una cara de gozo. Yo interrumpí su momento de triunfo y me levanté de la silla -Ya tuvo lo que quería, viejo cochino. Ahora me voy de aquí, y ni crea que voy a regresar ¡me vale madres que me repruebe!-. Tomé mis bragas de la mesa y cuando me agaché para ponérmelas, mi profesor me sujetó poniéndome una mano en la nuca, sentándome de nuevo en la silla y doblándome por la cintura hacia adelante hasta que mi cabeza estuvo entre mis rodillas. -¡Suéltame, pendejo, me estás lastimando!- Pero él no me contestó nada. Entonces empujé mi cuerpo hacia atrás con todas mis fuerzas para soltarme de su mano, pero fue en vano, solo conseguí terminar de rodillas y tirar la silla detrás de mi. Con un rápido movimiento, el profesor se montó sobre mi espalda y usando el peso de su cuerpo, me obligó a ...
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