1. En el escritorio del profe


    Fecha: 08/09/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    –Bueno, muchas gracias por todo… –dice ella sonriendo, y mientras se levanta para salir de la oficina agrega:– me gustó mucho tener la oportunidad de aprender tanto de ti…
    
    –Andrea, espera… –dice, y en ese breve instante ha saltado de su silla y está de pie junto ella. Las dudas lo asaltan y está a punto de dejarla ir, pero un instinto lo insta a cerrar la puerta. Mientras empuña la manija va pensando qué va a hacer, cómo la va a mirar, qué le va a decir, cómo la va a tocar, y de entre todas esas angustias secretas que se le agolpan en el latir del pecho, solo acierta a tomarle la mano más por desesperación que por atrevimiento.
    
    Ahora la tiene enfrente y quiere decirle algo profundo e irresistible, algo que la derrita y la obligue, pero esos ojos que lo ven sabe-dios-cómo lo desarman de toda su retórica y lo dejan en completo estado de emergencia, tanto así que no atina a hacer otra cosa que besarla. Ella no responde, se ha quedado congelada, mirándolo en silencio. Ahora se siente como un idiota y sabe que está en problemas. Para colmo, ni siquiera fue un buen beso. Quiere pedir disculpas y rogarle que se olvide de… Me equivoqué, lo siento, pero tenía que… lo siento, no quise, no era mi intención, yo creí que… Inventa un millón de frases y solo se da cuenta que ella está sonriendo cuando la escucha susurrar:
    
    –Creí que nunca ibas a animarte…
    
    Y él no puede creer lo que ella ha dicho y menos aún que lo diga de esa manera tan inocente, de esa manera tan ...
    ... irresistiblemente inocente y seductora de la que solo son capaces las universitarias con minifalda y coleta… Y aún cree que ha oído mal, que hay un error en algún lugar, cuando una boquita ansiosa ya lo está llenando de besos. Él intenta ir más lento porque no quiere presionar demasiado, no quiere que el vértigo la asuste y ella tenga que salir huyendo… Pero ella no quiere esperar o no sabe cómo esperar: no sabe cómo besarlo si no es de esa forma totalmente desesperada.
    
    Y él se deja llevar por la fogosidad de aquellos labios, por la cercanía de aquel cuerpo voluptuoso que siempre creyó reservado a sus fantasías. La abraza, la estrecha, cierra los brazos alrededor de la delicada cintura, siente cómo los senos se van apretando contra su pecho, la toma por la cadera y deja que sus manos se pierdan en la suavidad de aquellas curvas.
    
    Los besos y la respiración ahora se hacen más cortos. La toma entre los brazos y le muerde el cuello. Ella gime bajito, y su postura lo invita a bajar un poco más. Él cierra los ojos y se deleita en el olor de los senos. Los mira y los desea ahora más que nunca. Le abre la blusa y un instante después, el sostén ha desaparecido. Un par de magníficas tetas caen junto a su boca. Sin perder un instante, las toca, las huele, las besa, las aprieta, las tiene, y entre más se las chupa, ella gime más y más. Mientras tanto, sus dedos se han abierto paso entre los muslos de la chica y empiezan a masajearle la entrepierna.
    
    Hace mucho que no siente una erección como ...
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