1. Caprichos mañaneros de una gatita en celo


    Fecha: 04/09/2023, Categorías: Anal Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    ... el ritmo poco a poco. Mi cuerpo comienza a sudar. Sigo sin soltarle el pelo. Puedo ver la expresión de su cara. Abre la boca en una mueca de placer. El cuello arqueado empieza a humedecérsele por el sudor.
    
    ―Ah... así ―trata de articular la perrita en medio de los empujones―, dáselo todo a tu putita.
    
    Ahora me muevo más rápido. Me siento durísimo dentro de ella. Quiero llegarle lo más adentro posible, follarla con rabia. Le suelto la melena y la agarro con fuerza de las caderas. De tanto en tanto, le azoto una nalga con fuerza. Los dedos dejan una marca rosada en la piel. Le vuelvo a agarrar la carne de las nalgas con los puños, apretando, mientras la sigo penetrando con desesperación. Veo que ella lleva una mano por debajo y vuelve a masajearse el coño. Empieza a emitir gemidos de placer. La vuelvo a sujetar del pelo y tiro hacia atrás.
    
    ―Ya me tienes donde querías, ¿eh? ―le digo con rabia, sin dejar de penetrarla.
    
    ―Ay, sí, dámelo ―me dice con voz entrecortada―, fóllate a tu perrita.
    
    Me vuelve loco. Estoy a punto de correrme. Empiezan a caerme algunas gotas de sudor por las sientes y por el pecho. Entonces ella echa un brazo hacia atrás y me empuja el muslo, intenta detenerme.
    
    ―No, para ―me dice.
    
    ―¿Que pare? ―le digo sin soltarle del pelo―. Vaya, ¿ya estás satisfecha, eh?
    
    ―No. Ahora por el culito ―me suelta con voz melosa.
    
    Un escalofrío me recorre el cuerpo. Sus palabras me arrebatan. Tengo que hacer un esfuerzo para seguir con el juego, para ...
    ... pensar lo que le voy a decir. Le suelto la melena y descanso mis manos sobre su grupa.
    
    ―Vaya, ahora quieres por el culito, ¿eh, zorrita? ―le pregunto sin despegarme de ella.
    
    ―Sí... ahora quiero por el culito ―me dice llevándose un dedo a la boca, girando su cara hacia atrás, mirándome de reojo, como una niña traviesa chupando una piruleta―. Métesela a tu perrita por el culo ―y termina la frase con una sonrisilla.
    
    Yo abro los ojos como platos. Tengo que controlar mi excitación. Mis pulsaciones están desbocadas. Me despego de ella, me inclino hacia abajo y dejo caer un hilo de saliva sobre su ano. Lo recojo con el dedo índice y se lo embadurno. Se lo meto un poco, recojo más saliva y lo vuelvo a meter, agrandándolo. Escupo de nuevo, sigo embadurnándolo, se lo meto un poco más. Ahora baño mi polla con más saliva y la apunto a la entrada. Empujo despacio. El glande se pierde dentro.
    
    ―¡Huy! ―dice la gata―, duele.
    
    ―¿Duele? ―pregunto imitando su tono mimoso.
    
    ―Sí, sí duele, pero me gusta ―continúa diciéndome―. Más.
    
    ―¿Más? ―le digo sin dejar de empujar. Cuando la tengo casi toda dentro, le suelto―: ¿Así?
    
    ―¡Ay!, sí ―dice quejándose, pero con tono de placer a la misma vez―, así, sigue.
    
    Yo empiezo a moverme despacio. Su culo se traga mi polla. La siento muy apretada, me da mucho gusto. La agarro de nuevo de las caderas y la penetro. Tras unos pocos movimientos, la saco y vuelvo a escupir en el ano. Se la ensarto otra vez, ella suelta otro quejido. Ahora se desliza ...