1. Swinger Black Club


    Fecha: 27/07/2023, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Llevábamos tiempo Inés y yo comentando que nos iría bien variar en nuestra vida sexual, cambiar ambiente, decorado y protagonistas, aunque esto último eramos algo vergonzosos en admitirlo tranquilamente. El componente de cuernos estaba latente y tanto ella como yo debíamos aceptar antes el que no nos importase ver a nuestra pareja, conyugue, en brazos de otro u otra, según se mire. No eran cuernos realmente ya que el otro estaba consintiendo y presente, nó lo que pasó al final con mi esposa cuando decidimos iniciar una escapada a otra ciudad con clubes de dicha categoría y visitar uno de los más afamados.
    
    Nuestro sexo había sido de novios primero, donde la desvirgué en el trastero de casa de sus abuelos que aún se preguntan de donde provenía el espantoso ruido que provocamos mi novia y yo al empujar sin querer unas cajas llenas de piezas ruidosas en el momento en que yo me corría. Eso fueron tres veces contadas antes de casarnos y siempre con goma. Luego, desde el viaje de bodas, el apartamento para nosotros solos, todo adecuado para estar cómodos, pues se nos daba que teníamos que aprovechar tanta libertad e intimidad, para ampliar y disfrutar todo lo posible el tema del sexo tan poco conocido en los ambientes en que nuestro entorno se movía. Yo estaba algo preocupado puesto que no había tenido ninguna experiencia con más chicas y menos con mujeres profesionales del sexo. Además no sabía si lo que disfrutaba Inés era el máximo, si llegaba al orgasmo realmento o no, ...
    ... puesto que cuando le preguntaba me decía que si, que había disfrutado muchísimo, creo ahora que era por que me quería en su ignorancia, ya tenía bastante.
    
    Llevábamos pues un año y medio y se nos hacía perentorio conseguir más disfrute ambos, tanto por nuestras propias reacciones en la cama como por lo que se podía ver en cines, tv, etc., así como comentarios medio cachondos de nuestros amigos poniendo ellas los ojos en blanco al revivir situaciones medio explicadas en las sobremesas de cenas con generosos consumos de vinos y licores, antes y después.
    
    Por todo, nos dispusimos para la excitante visita a un club swinger, advirtiéndonos reciprocamente, que solo iríamos a mirar.
    
    A la entrada ya todo predisponía a excitarte, tras exhibir los dos el certificado de análisis médico en cuanto a asegurar eliminar contágios posibles. Primero ya la música, empalagosa y lenta, como el bombeo de un coño, valga el ejemplo pensado pero no dicho para no asustar a mi mujer. Luego la mínima intensidad de luz cenital que, rebotando en las paredes, tapizadas en telas de distintos tonos de rojos, desde los casi cárdenos, a los fucsia y rojo vivo, hacían que casi sintieras la sangre caliente de los que se movían por pasillos y salas del local, bien perfumado por un sutil aroma a Hermès hombre, más soportable que cualquier perfume de mujer, por lo intensos.
    
    Nos explicaron qué podíamos hacer y casi nos suplicaron lo que no. Esto último era no interrumpir, no acosar, no hacer ruidos, no gritar, ...
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