1. La vi crecer (Capítulo 2)


    Fecha: 22/03/2023, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... suerte, Lelu, con sus ojos borrosos por haber acabado de despertar, como mucho habría notado mi rostro. Pero hasta el día de hoy que no sé si mi excitación fue percibida o no por Lelu. En todo caso, nada dijo en ese momento, y nada insinuó hasta ahora.
    
    —¿Qué hacés dormida acá bebé? —le dije.
    
    Lo de Bebé me había salido del alma, y me sorprendió a mí mismo escuchar ese mote.
    
    —Hace mucho que no me decís así. —Dijo Lelu.
    
    —A veces me acuerdo de cuando eras una nena, toda redondita. —Le contesté—. Creo que ahora al verte así dormida me acordé de eso. —Mentí descaradamente.
    
    —Qué cursi Eze.
    
    —Y vos que tonta. Andá a dormir a tu cama querés.
    
    —Ya me voy, ya me voy. Ya sé que soy una molestia para la pareja del año.
    
    —No seas boba, vos nunca vas a ser una molestia.
    
    —¿Ves? Sos un cursi.
    
    V
    
    Carmen llegó tarde. No mucho, pero tarde al fin. En una persona que es un relojito, como ella, ese detalle es bastante significativo. No le quise hacer preguntas, porque a mí tampoco me gusta andar dando explicaciones.
    
    Apenas entró, le di una nalgada. A falta de besos, ese era nuestro saludo últimamente.
    
    —Hoy no tengo ganas de nada gordo. Me voy a dormir. —Me dijo.
    
    —Pero si el café con leche ya está servido. No seas tonta, vení a desayunar. —La agarré de la mano y la llevé en dirección a la cocina.
    
    —¡Te digo que no quiero, cortala! —Me gritó mi dulce mujercita.
    
    —¿Qué te pasa?
    
    —Nada gordo, tuve un mal día. Me voy a dormir.
    
    Al rato fui al cuarto a ...
    ... buscar mi celular, el cual lo había dejado cargando batería. Entré sin golpear, como es natural. Entonces me encontré con Carmen, muy sonriente enviando un mensaje de texto.
    
    —Qué bueno que se te pasó el mal humor —dije, con ironía.
    
    Lo que me chocó no fue encontrarla enviando un mensaje a quien sabe quién, ni tampoco el hecho de que estuviera sonriendo. Pero el gesto de irritación que puso inmediatamente después; gesto que ocultaba otro que había aparecido inmediatamente antes: el de asombro al sentirse atrapada in fraganti, como una niña descubierta en plena travesura; me dieron muy mala espina.
    
    —¿Qué querés? —me preguntó.
    
    —Nada Carmen, vine a buscar mi celular. ¿Qué te pasa? Estás muy nerviosa.
    
    Carmen pareció meditar un rato.
    
    —Perdoná mi amor. Es que fue un día muy difícil en el hospital.
    
    ¿Debía creerle? Parecía un discurso armando más que una verdadera disculpa. Me preguntaba qué encontraría si revisaba su celular.
    
    Luego, pensándolo mejor, me dije que las sospechas que estaba teniendo hacia mi mujer, no eran más que mi inconsciente tratando de justificar, de alguna manera, mi actitud reprobable.
    
    Al inventar una villana, una traidora, mis sentimientos y mis actos, ya no serían tan viles ante mis propios ojos.
    
    Decidí que estaba errado. Tanto Carmen como yo nos habíamos unido después de terminar, cada uno, un largo y tóxico matrimonio. Ella no pondría en riesgo nuestra relación por alguna calentura pasajera.
    
    Sin embargo, ese mismo día, cuando se ...
«1234...7»