No voy a contar algo imaginado, la realidad siempre supera a la ficción. Lo que voy a contar aún que parezca irreal es lo que me sucedió.
Yo soy ya muy mayor, los 80 son mi entorno, me conservo con buena salud, con flexibilidad y una agilidad poco corriente. Normalmente salgo todos los días ha dar un paseo por los alrededores de mi casa. Vivo en Barcelona y mi casa esta en las ramblas, cerca del Hotel Oriente.
Hace ahora 54 días concretamente que me sucedieron los hechos que motivan este relato.
Estaba yo paseando a la altura del teatro Liceo, cuando cerca de mi veo una impresionante mujer, joven pero con aire de seguridad y prestancia que llamaba la atención. Iba cargada con un gran ramo de flores y un bolso en bandolera de color rojo algo grande.
De repente se gira hacia mi y me dice con voz dulce y clara
“Señor, por favor puede ayudarme y sostener este ramo, me esta sonando el móvil y me esta estorbando”.
Yo algo sorprendido pero sin reparo conteste
“Desde luego, señorita” y añadí
“Con mucho gusto”
pues en realidad me produjo una agradable sensación que aquella espectacular mujer se dirigiera a mi persona.
Ella me tendió el ramo de flores y saco su móvil del bolso que pendía de su hombro y dándose la vuelta empezó a hablar por el móvil. No se la oía, pues estaba algo separada de mi. Finalmente cerro el móvil lo guardo en el bolso y dándose la vuelta se dirige a mi y me dice con toda naturalidad:
“Señor seria tan amable de acompañarme hasta ...
... mi casa que esta aquí cerca, pues tengo que recoger unos paquetes y el ramo me es un engorro.”
“Sin ningún problema”, conteste yo, y añadí nuevamente
“Y con mucho gusto”.
“Gracias”
contesto ella, y continuo diciéndome señalando a una tienda que estaba a mis espaldas
“Espere un momento aquí, que recojo unos paquetes en esta tienda”
Se fue hacia la tienda, entro en ella y al minuto salia con dos cajas medianas en los brazos. Se vino hacia mi y me dijo: “ya esta, sigame, mi casa esta en esta esquina” y señalo la esquina frente a mi,
empezó a andar en aquella dirección y yo naturalmente siguiéndola, a su lado.
Llegamos a un gran portal y me dice:
“Ya hemos llegado, acompáñeme hasta dentro” y con un tono algo misterioso dice:
“Para que pueda agradecerle su ayuda”.
Me pareció una expresión algo rara, pero no le di más importancia y la seguí hacia el interior de la vivienda.
Entramos, hay un gran vestíbulo y continuamos hasta un salón grande y espacioso.
Ella deja las cajas sobre una mesa que esta en el centro, y dirigiéndose a mi, dice:
“Espere un momento que voy a buscar un jarro para poner las flores”
Yo quedo de pie en el centro del salón a la espera de que traiga el jarrón para poder soltar las flores, que ya me estaban molestando.
Pasaron varios minutos y el jarro no llegaba, me empezaba a impacientar, cuando oigo el sonido de unos tacones sonando fuerte y aparece aquella mujer completamente transformada. Llevaba el pelo suelto, ...