1. El crucero (05): De excursión por el desierto


    Fecha: 25/02/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: kimbocat, Fuente: CuentoRelatos

    ... del barco, te hacen sentir aún más el vaivén de aquella verga dura y rugosa que llena tu coño.
    
    Sin tiempo a recuperar el aliento, empieza a sonar los golpes secos y acompasados de un inmenso tambor, es vuestro ritmo para remar, algunas dudan, otras están tan entumecidas que no son capaces ni de agarrar el remo al que están atadas, lo que enfada a la tripulación, que se esmera azotándoos una y otra vez. Cornuda y tu empezáis a mover con todas vuestras fuerzas vuestro remo, y poco a poco todas vais al ritmo que marca el tambor. La tormenta no cesa, y cuando salís del amparo del Justine, que poco o mucho os servía de mampara ante las olas, los pequeños barcos en los que estáis se mueven de manera tan intensa, que piensas que en cualquier momento se van a romper. Sin dejar de temblar, de llorar, ves como aquí y allá, esclavas y sumisos, no dejan de marearse, de vomitar, de mear e incluso cagarse encima, de puro dolor y miedo.
    
    Cornuda y tu, intentáis no mirar a ningún sitio, solo aferraros a este remo que compartís, lo movéis con todas vuestras fuerzas que no son muchas, mientras, en el horizonte el día empieza a clarear. Lleváis más de una hora remando, tus brazos están tan doloridos que cada nuevo sonido del tambor conlleva un nuevo suplicio al tensar tus músculos, cornuda está agotada, se deja caer sobre el remo, hasta que el látigo la obliga a levantar su lomo, y seguir moviendo el remo. El frio intenso del amanecer, está dejando paso a un calor sofocante, el sol arde ...
    ... en el cielo y enrarece un aire sucio, que apesta a sudor, vómitos, orina y heces.
    
    Finalmente el tambor deja de sonar, te dejas caer sobre el remo, miras a cornuda que intenta medio sonreírte, miras al resto de tus compañeras, todas tan exhaustas y doloridas como tú, unos bancos más adelante, ves a nuri, atada junto a uno de los esclavos, los dos con sus espaldas azotadas y llenas de verdugones.
    
    Os desatan, y tirando de tus axilas te desclavan de la verga de madera, otra vez os atan las boyas y os hacen saltar del barco, a unos trescientos metros se ve la playa, aunque no tienes tiempo de ver casi nada, otra vez en el agua, casi no puedes mover los brazos, el dolor, el cansancio, los azotes hacen que cada brazada sea un suplicio, todas estáis igual de castigadas, regueros rojos de sangre de vuestros azotes se dibujan en el mar, pero has de continuar, a tu lado bracea cornuda, y algo más lejos nuri, al resto no las conoces, te suenan algunas caras, pero no saben quiénes son.
    
    Finalmente puedes poner tus pies en el suelo de los últimos metros de mar, andas como puedes hasta dejarte caer en la arena, allí tiran de ti, te quitan tu boya, y a correazos te hacen ir hasta unos cubos con agua y comida, restos espesos y resecos de vete a saber qué, pero lo que quieres es agua, hundes tu cara en aquella agua recalentada por el sol del desierto, notas un sabor extraño, además de agua hay algo más, algo que conoces bien, a Luna le encantaba que te bebieras su orina, y al final te ...