1. Aventuras y desventuras húmedas: Primera etapa (14)


    Fecha: 02/12/2022, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    ... de boca y escarbando en su pasado encontró algo que podría sacarla una sonrisa.
    
    —¿Te acuerdas de Tomasín? —preguntó Carmen.
    
    —No hasta ahora, y viendo de lo que hemos hablado… ya sé por qué me lo preguntas. —una gesto de vergüenza apareció en su rostro— Madre de dios… aquello parecía la de un caballo —ambas rieron ante el comentario.
    
    —Te acuerdas de que sentíamos curiosidad, por cómo sería tener… tener “eso”…
    
    —Ya… aunque era demasiado feo, siempre nos echó para atrás.
    
    —La gran mayoría lo era… había muy poco nivel de belleza en el pueblo.
    
    —Pues sí, para qué nos vamos a engañar, nosotras teníamos más glamour —incorporo un tono más repipi a esa última palabra. Tratando que sonara afrancesada sabía que haría reír a su hermana.
    
    —Tienes toda la razón del mundo. No es por ser engreída, pero pienso que papá tenía razón, este pueblo se nos quedaba pequeño, estábamos hechas para descubrir mundo.
    
    —Quien sabe, Carmen…. Quien sabe…
    
    —Oye, cariño, vamos a cerrar el tema de tu malestar —Carmen miró con decisión a su hermana, levantando sus gafas y clavándole la mirada— Sergio o Tomasín… ¿Cuál…?
    
    —¡Carmen! —sonó casi a un grito y después las risas la abordaron. Estaba algo borracha debido a los vinos y a la copa— no pienso comparar eso… —trató de parecer indignada, pero la sinceridad y curiosidad de su hermana la habían hecho enrojecerse y no parar de sonreír.
    
    —Vamos, venga, tengo curiosidad, díselo a tu hermana mayor.
    
    —¡Qué no! No te voy a decir ...
    ... eso.
    
    Carmen se levantó de la tumbona y puso sus manos en el abdomen de su hermana antes de que esta pudiera reaccionar. Cuando los dedos de esta presionaron encima de la cadera de Mari, la mujer supo al instante que no tenía escapatoria.
    
    —¿Seguro que no me lo dirás?
    
    —No, no, no… ¡Carmen! —gritó Mari.
    
    Era demasiado tarde, los dedos de su hermana se clavaban sin parar en su piel haciéndola unas cosquillas imposibles de detener. Mari intentó escapar, pensó en correr por el jardín, pero solo consiguió caer de la tumbona a la caliente hierba. La tortura no se detenía y las risas eran incontrolables. Una y otra vez Carmen le exigía que se lo dijera, pero Mari se negaba, a las dos les estaba encantado volver a jugar como cuando eran jóvenes.
    
    Mari tuvo que rendirse al final, rogó a su hermana que parase, aduciendo que si seguía se iba a mear encima (muy cierto), pero Carmen no pararía sin conseguir su recompensa. No tuvo más remedio, antes de mearse el bikini, la mujer morena gritó.
    
    —¡Sergio! ¡Sergio! ¡SERGIO!
    
    Carmen se detuvo con la respiración acelerada viendo como su hermana aún reía en el suelo de su jardín.
    
    —Lo sabía. La familia dejando el pabellón bien alto.
    
    —Te odio —dijo su hermana mirándola desde el suelo sin poder parar de sonreír.
    
    Carmen la tendió la mano y la puso en pie en un momento, para después darle un abrazo de lo más espontáneo y añadirla.
    
    —Te quiero.
    
    Ambas se sonrieron como hacía años que no lo hacían. Recordando épocas más sencillas, sin ...