1. Marina, la sumisa de su secretario.


    Fecha: 24/11/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Marina era alta y delgada, pero con formas, un culo respingón asomaba bajo su falda negra de lápiz, y dos pechos firmes se dibujaban debajo de su camisa roja, del color del fuego y de sus labios. Llevaba la melena por la mitad de la espalda, larga y ondulada. Se movía por los pasillos de la oficina con descaro a veces, pero siempre con clase, soltura y elegancia, moviendo sus caderas anchas, pero nunca demasiado, y mirando por el rabillo del ojo a sus compañeros, que muchas veces levantaban la cabeza del ordenador para observar a esa morena de grandes ojos castaños y sonrisa agradable.
    
    Estaba soltera, y disfrutaba de ello. Marina era morbosa incluso lujuriosa, le gustaba el sexo y nunca se quedaba sin un orgasmo. Hacía todo con entusiasmo y pasión, aún más el sexo, lo disfrutaba hasta ella sola en noches frías y sin compañía. Llevaba un año en la empresa, un año que habia cambiado su vida. Su sexualidad se habia extendido a fronteras que ella ni imaginaba, experimentaba el dolor y el placer, el servilismo consensuado y sobre todo, un sexo más fuerte, violento, con pasión, con fuego, como ella y sus labios. Todo gracias a su secretario, ese hombre aparentemente tan discreto la había convertido en una sumisa, una mujer nueva, que se conocia mejor y disfrutaba más y más, siempre más.
    
    Ese día era caluroso, sería mayo o junio, y ya se acercaba el verano.
    
    Marina no llevaba bragas debajo de su vestido rosa claro, ceñido en el pecho y un poco evasé hacia la falda. El le ...
    ... había dicho que se vistiera asi, ahora mandaba su compañero y a ella le gustaba. También llevaba sus bolas chinas dentro de ella, que cada vez hacian que se mojara más a cada movimiento. Tenía ganas de verle, de que le tocara y le azotara como solo el sabía, justo en el clitoris, haciendo que temblase justo antes del orgasmo. Volvía a su despacho despues de una reunión, donde muchos ya habian posado sus ojos en sus pechos y su corto vestido y donde ella habia dado un poco de juego, con la mirada, pero nada más.
    
    Ya estaba en su despacho, sentada y sola, con las persianas medio bajadas, en esa media oscuridad no pudo evitar apretar fuerte las piernas para sentir más pegadas las bolas chinas y poco a poco meter su mano por debajo del vestido. Tocó su clítoris y sus labios, estaban hinchados, excitados, con ansias de caricias y toqueteos. No pudo evitar parar en su clitoris y masajearlo con un dedo, muy levemente, él no había prohibido que no se tocara. De pronto, llamaron a la puerta despertandola de esos escasos minutos de placer, carraspeó y se levantó para abrir. Era el, su amo, venía a cumplir su cometido del dia, con lo que ella soñaba y esperaba durante sus horas de trabajo, mojada, sin bragas y muy caliente.
    
    -Marina... estas preciosa con ese vestido, tengo ganas de ver lo que hay debajo. ¿Me lo enseñas?
    
    Ella le miró con brillo en los ojos, sabía que estaba excitado y ansiaba sentir cerca su miembro grande y duro. Se quitó el vestido, quedandose solo con el sujetador ...
«123»