1. Isabel y el masajista


    Fecha: 08/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Quería llevar cuernos y vaya si lo consiguió y no solo eso, sino que además consiguió que le entregara a su amante, lo que a él le había negado siempre, o sea su culo.
    
    Hace aproximadamente hace un año que intento por todos los medios que mi mujer me ponga los cuernos. Ya lo he conseguido dos veces y cada vez me “pone” más. Mi mujer es alta, buen cuerpo, muy sensual y simpática y cuando se le tocan las teclas adecuadas es toda una fiera. Tiene un culo que vuelve loco a cualquiera y yo la verdad es que ando cachondo desde que la conocí. Un día follando le dije que quería hacer un trío. Isabel me dijo que, si con otra tía y yo le respondí que no, que con otro tío.
    
    No sé qué le pasó, pero se volvió como loca, empezando hacer cosas que nunca antes había hecho. Me metió un dedo en el culo y me decía al oído. -Umm cariño sígueme follando, hoy no quiero que pares, sigue fallándome.
    
    Ese día me permitió casi de todo, pero decía que por el culo no, que eso nunca lo haría conmigo. Desde ese día siempre que follábamos ella sacaba el tema, diciéndome al oído que, si de verdad me gustaría ver a mi mujer follada por otro a lo que yo le respondía que sí, que me gustaría que disfrutase al máximo. Ella siempre usaba su consolador y simulaba que era su amante.
    
    Con el paso de los días, yo me ponía a cien pensando en muchas fantasías y como prepararlo para llevarlas a cabo. Isabel que en estos momentos no trabaja, se conectaba todas las mañanas a internet para pasar el tiempo. Yo ...
    ... sabía en donde se metía así que empecé con un plan. Me hice pasar por un jovencito y como sabía lo que le gustaba, pues sabía lo que le tenía que decir para ir llevándola a mi terreno.
    
    Durante semanas estuvimos chateando, pero ella parecía que esquivaba ir a más (por supuesto que eso me enorgullecía porque siempre decía que estaba enamorada de mí, para eludir cualquier paso hacia delante).
    
    Un día me dijo que le dolía mucho la espalda (y yo sabía que era verdad). Entonces le decía que yo era un excelente masajista, y que si quería le podía ayudar. Isabel entonces me sorprendió diciendo que aceptaría encantada un masajito para rebajar sus dolores, pero siempre poniendo claro que no iba a pasar de allí. Yo le decía que no iba a pasar nada que ella no quisiera.
    
    Quedamos para el lunes siguiente, con lo que no tenía mucho tiempo para encontrar a un tío joven que llevase a cabo mi plan, pero por suerte no me fue muy difícil encontrarlo. Era un tío de 28 años, guapo alto fuerte y con buen cuerpo era vigilante de seguridad. Decía que le volvían loco los masajes eróticos y que muchas veces un masaje terapéutico terminaba en una follada. Eso precisamente es lo que buscaba yo.
    
    Isabel no me dijo nada del masaje del lunes, pero yo la veía como un poco nerviosa. Me pasé toda la semana, calentándola al máximo, pero sin follarla. Incluso el mismo lunes por la mañana antes de ir a trabajar, le acariciaba por todo el cuerpo susurrándole al oído que me encantaba y que tenía un cuerpo ...
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