1. Nos conocimos haciendo fuego.


    Fecha: 05/10/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... amigas.
    
    Seguimos compartiendo más.
    
    Porros en mi habitación, salidas a caminar a medianoche, cervezas en la terraza.
    
    En una de esas salidas al lago, auspiciadas por porros y cervezas, llegamos, un tanto entonadas ambas. Me sugirió que compartiesemos un porro en mi ventana, a lo que accedí, y mientras fumaba y me estiraba, se escapó de mis frondosos labios un quejido, por tensiones en mi espalda. Ya despojada de mis ropas, salvo mi brasier de encaje negro, se ofrece a darme un masaje, aun en la ventana, pero yo, que me gusta dejarme querer, me quito lo que me quedaba y me tumbo en la cama.
    
    Coloca sus pechos, sus prominentes tetas - todavía en traje de baño - sobre mi espalda. Siento su corazón acelerarse y su respiración, comenzando a entrecortarse en mi nuca.
    
    Hace lo que puede por disipar mi molestia con las yemas de sus dedos, a lo que yo respondía acariciando suave el borde exterior de su muslo con mis dedos, subiendo por su cadera y rozando su marcada cintura.
    
    Nuestras respiraciones, movimientos y palpitares estaban finamente sincronizados. Ojos cerrados. Vestidas de suspiros, nuestras caderas comenzaron a acompasarse.
    
    Ya - a estas alturas - no cabía duda de que queríamos restregar nuestros jugos en esa historia que nuestros tactos, olores y sabores iban tejiendo.
    
    Nuestras narices se encontraron y abrimos los ojos. Dos cíclopes, un tanto miopes, sedientas apagar un fuego que clama consumirse como única vía para la paz.
    
    Acaricio su cuello por ...
    ... detrás, lo rozo con delicadeza y prosigo a apretarlo con firmeza, a lo que ella responde con un suspiro, y absoluta relajación, permitiéndome acercar su rostro al mío, haciendo así que nuestros hinchados labios por fin se consigan.
    
    Nos perdemos en un beso ciego. Un beso que solo se puede entender en braile. Un beso como una conjuncion de respiraciones, labios, alientos, lenguas y tactos que poca paciencia tenían ya, para descubrir cada pliegue, cada rincón, cada espasmo.
    
    Luego de deleitarme por unos instantes con sus tímidos gemidos, las ansias de verla retorcerse de placer me podían, así que como pude, busqué incorporar mis dedos a sus bragas, ya por fuera húmedas, rebosantes de placer. Ahí, mi lado más salvaje me pudo, y me propuse, como fin último de esa noche, que ya iba anunciando ser mañana, que sus suspiros, gemidos y quedasen impregnados como soundtrack a mi nueva cama, así como sus fluidos a mis sábanas.
    
    Estaba muy emocionada, así que comencé a masajear su pelvis, para luego arrebatar sus bragas, que eran de un tono, casi perfectamente combinado con su color de piel: casi pálida, llena de pecas y lunares que seguramente son alguna suerte de mapa estelar que conduce a misteriosos tesoros. Me topé con su vello púbico. Me había dicho que había terminado con su ex novio hacía un mes, así que un manto suave y frondoso me daba la bienvenida, mientras que sus caderas, dislocadas del resto de su anatomía, me clamaban que diera fin a la espera, y penetrase ese monte, esa ...