1. Nos conocimos haciendo fuego.


    Fecha: 05/10/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Era verano, llegó a eso de las 19h30 a la reunión, junto a un amigo en común.
    
    Primero, nos saludamos en inglés, al oír la pronunciación de nuestros nombres, sonreímos cómplices y comprendimos que entre tantos idiomas, una lengua materna nos unía, aunque fuese el tacto y el gusto, nuestro primer lenguaje.
    
    Al poco tiempo de llegar, sacó algo de cannabis: fumamos y propuse hacer un fuego, ella y otra invitada se ofrecieron para buscar maderas.
    
    Tengo que reconocer algo: me fascina el fuego, me atraviesa transversalmente su pasión y sabiduría.
    
    Encendí el fuego en un par de minutos, siento observada con cierta timidez y mucha curiosidad por ella, a quien llamaré M.
    
    Con los ojos como platos, un poco atónita, reconoce y felicita mi facilidad para encerder brazas, a lo que con simpatía respondo que se trata de saber escuchar. Que todo habla, la madera, el viento, el fuego y que la televisión, es un pobre substituto del fuego. Este comentario dio cabida a un debate filosófico cargado de entusiasmo, mientras nos íbamos despojando de ropas, hasta quedar con lo mínimo socialmente aceptado. A eso de las 11 se va, para no perder el último tranvia que la llevaría hasta su hogar. Nos despedimos con un hondo abrazo en el que ambas suspiramos al unísono al sentir, no sólo nuestros pecho hinchados de emoción juntarse, sino nuestros corazones buscando hacerse trenza, sonar al mismo ritmo.
    
    A la mañana siguiente, lo primero que veo en mi teléfono móvil, es un mensaje de texto ...
    ... de ella, dándome las gracias por la velada junto al fuego y por haber propuesto utilizar los últimos minutos de luz solar para buscar maderas. Personalmente, me causó curiosidad de donde había sacado mi número, pero no le di importancia, le dije "gracias a ti por compartir" y ya.
    
    Un par de días después, tuve una emergencia en el lugar donde vivía y tuve que buscar un lugar donde dormir por las siguientes dos noches.
    
    Intuitivamente, llegó su nimbre a mi cabeza.
    
    No supe bien porque, ni para que, en ese momento al menos.
    
    Me bienvino con mucha dulzura, una cerveza fría y un porro, en una residencia de mujeres, llevada por monjas. Jamás en mi vida había estado en un lugar similar, pero sin duda, pellizcó mi curiosidad, ya que me fascina la teosofía.
    
    Pasados los dos días de mi solicitud de estadía, con conocimiento de habitaciones disponibles, solicito, a una tierna monja, una habitación para quedarme.
    
    Sí, muy encantador el lugar, pero sin duda, una de mis mayores motivaciones, era compartir más con M., cuya inteligencia, ternura, sabiduría, y pecosa tez me cautivan, desde que me permití percibirla más allá de la multitud que rodeaba el fuego hacía una semana.
    
    Comenzamos a compartir más. Mi atracción fue creciendo y valoré invitarla a compartir mimos, e incluso, dormir juntas, pero la había oído escuchar que nunca había estado con una mujer, así que asumí que era hetero y me di cuenta de que estaba en paz con vivir la relación de forma platónica, Solo como ...
«123»