1. Una noche de cine


    Fecha: 04/10/2022, Categorías: Lesbianas Autor: womanpenelope, Fuente: CuentoRelatos

    ... fuera un hombre el atrevido, seguramente no me hubiera desconcertado, hubiera retirado el brazo y ya. Para colmo, la porno se iniciaba; las jóvenes estaban en el restaurante, en una mesa; la mesa estaba aislada. Las manos de las mujeres se entrelazaban, las sonrisas de una para la otra eran amplias, significativas, eróticas. Luego una de ellas miraba en todas direcciones, para seguidamente acercar su rostro a la otra para depositar un beso largo y sostenido en la boca de la joven ejecutiva.
    
    Mis estremecimientos iniciales se multiplicaron; no tenía explicación válida para ello y sin embargo, algo me decía, te estremece el recuerdo del brazo ajeno. Hasta apreté los muslos, sin duda un reflejo de auto protección, pero pensé, ¿de qué me protejo?, para contestarme: ¡caramba, me protejo de la vecina!
    
    La secuencia en la pantalla donde las jóvenes continuaban a los besos, y sus manos vagaban ya por los muslos desnudos de ambas; las minifaldas de las dos eran escandalosas, ya lo había observado cuando cruzaban la calle, las minifaldas apenas bajaban un poco de la raíz de las nalgas, no sé, tal vez ese apretón de muslos, aunado a la secuencia vista, motivaban a mi chocho a pegar de saltitos y sentía los pezones erectos, mi intranquilidad se fue al infinito.
    
    Mis manos sobre el regazo eludiendo descansar mi brazo en la butaca, no fuera a ser el regreso del ajeno, este pensamiento me turbaba y lo hacía en el sentido de continuar con mi protección y al mismo tiempo acariciar ...
    ... mis muslos. Mi faldita era igual de escandalosa a las de la película. Y ese lento caminar de mis manos en los muslos me hacían tiritar de emoción… ¿excitación? Me pregunté y sentí sonrojos abrumadores.
    
    La vecina me observaba, no la veía pero sentía el peso de su mirada clavada en mí…
    
    La joven ejecutiva, cínica, tocaba los senos de la otra, joven también, aunque se apreciaba de mayor edad, para volverme loca, dentro de mí deseé tener una mano precisamente en mis senos, y para colmo, bajé la mirada y vi los muslos de la vecina desnudos, la faldita casi en la cintura.
    
    Con más estremecimientos aparté rápido la vista para llevarla a la pantalla donde las jóvenes estaban entrando a una residencia cogidas de la cintura y besándose prolongadamente.
    
    Mi coño se encargó de decirme… estás excitada, y lo dijo mojándose de manera ostensible. Bueno, estuve a punto de pedir a mi marido que nos fuéramos, o yo retirarme sola, dejándolo a él a continuar excitándose con la pantalla. En lugar de eso, quizá desquiciada, coloqué de nuevo mi brazo en el reposabrazos de la butaca, pretextando “cansancio” del mismo. Claro, el otro brazo concurrió a la cita de inmediato. Ahí lo dejé, aunque mi mano del otro lado ascendió a mi rostro para enjugarlo sin razón.
    
    Entonces fue la mano, sí, la ajena, inició una levísima caricia en mi brazo entumecido de emoción; eso no lo admití en ese momento, ahora lo digo así, aquella tarde continué pretextando cansancio y era natural, en la estrechez del ...
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