1. La consagración


    Fecha: 13/09/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... el traslado ida y vuelta incluido.
    
    -¡Uffff es mucho dinero! – exclamé.
    
    -Pero chica – nos dice Rolando – es el mejor cabaret del mundo.
    
    Bernardita nos mira a los dos, se queda pensativa por unos instantes y nos dice – ¡Esperen un minuto, vuelvo enseguida!
    
    A los pocos minutos volvió y le pasó los 450 dólares y gritó -¡Azucaaaarr!, ¡nos vamos al mejor cabaret del mundo!-.
    
    Bajamos y afuera nos esperaba un viejo carro de los años 50. Era retroceder en el tiempo, pero era nuestro taxi.
    
    Llegamos al famoso Tropicana y nada más al entrar nos advirtieron que debíamos pagar 5 cuc si queríamos tomar fotos y nos regalaron un habano a cada una. No pusieron en una mesa al lado del escenario, media botella de ron y empezó el show. El espectáculo sencillamente fantástico, pero la cena era bastante pobre, lento el servicio y camareros malhumorados. No era lo que buscábamos para empezar la noche, así que después de dos horas de música y bailes de Cuba. Decepcionadas y bastante mareadas por el ron decidimos regresar al hotel.
    
    Agotas, cansadas y bastante bebidas, poco acostumbradas a beber algo que no fuera espumante, era más que necesario descansar y dormir. Nuestro plan para el día siguiente era un tour por la ciudad de la Habana.
    
    El día comenzó con un almuerzo en La Bodeguita del Medio. Restaurant ubicado en la Habana vieja donde olvidamos por completo la dieta y entre arroz blanco, chicharrón de cerdo, plátano maduro y tostones repusimos energías para seguir nuestro ...
    ... camino. No sin antes beber un par más de mojitos y comprar algo de tabaco para llevar de regalo.
    
    Una vez terminado nuestro extendido almuerzo entre risas y recordando lo vivido la noche anterior. Nos dirigimos a la histórica Plaza de la Revolución.
    
    Plaza colonial con una arquitectura conservada de cientos de años que sin duda era un regalo de la historia.
    
    Atardecía cuando nos fuimos a caminar por el Malecón.
    
    -¡Vamos a chingar, mi amol!- nos decían algunos cubanos que pasaban a nuestro lado y otro me dijo directamente
    
    ¡Mami!, el país con tanta hambre, ¡y tú con tanta carne en esas nalgas!– Piropos iban y venían, algunos bastante vulgares. Pero nosotras coquetamente caminábamos riendo y disfrutando como niñas adolecentes.
    
    Era increíble cómo la gente disfrutaba con tanta simpleza. Un largo paseo de ocho de kilómetros de largo donde se podía escuchar el ruido del mar y los sones de esa música envolvente que no solo hacía mover las caderas sino que podía seducir a cualquiera que tuviera las ganas de rozar la piel.
    
    Regresamos al hotel cansadas pero felices por la experiencia. Nos bañamos y nos tiramos a conversar sobre la cama envuelta solo con las toallas, hasta que Bernardita me dice.
    
    -Fabiola, porque no continuas con la clase de ayer –
    
    -¿Cuál clase? – respondo mirándola desconcertada. Al cabo de unos segundos me largo a reír.
    
    -¡Ahhhh!- le digo dirigiéndome a mi maleta desde donde saco el lush vibrador.
    
    Y levantándolo riendo le digo -¿esta clase es ...
«12...567...14»