1. Placenteramente infiel


    Fecha: 22/07/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: amor_y_sexo, Fuente: CuentoRelatos

    Durante mi jornada de trabajo estuviste ausente, me preocupé, porque siempre me preguntas como va mi día, como me tratan los clientes, si estoy pudiendo organizarme en mis gestiones.
    
    Al llegar a casa, hago mi rutina de siempre, dejo el auto en la cochera, la cierro, entro a la casa, me quito mi campera, dejo las llaves del auto sobre el mueble de entrada. Todo parece ser como siempre, salvo por una cosa, falto tu beso de bienvenida.
    
    Me acerco al cuarto, deseo cambiarme y ponerme cómodo. Extrañamente la puerta está cerrada y al abrirla... Vaya sorpresa, vos, con toda tu sensualidad a flor de piel, con tus tacos negros, medias, tu vestido de vinilo y el antifaz. Solo de verte la piel se me erizo, tu rostro, que aun escondido en tu antifaz, podía ver esa excitación que tenías.
    
    Ahí entendí tu ausencia, tu vestimenta, la luz, toda la puesta en escena para esperarme, querías que sea perfecto, te me acercas con sensualidad brutal, agarras la hebilla de mi cinturón y con violencia me tiras hacia vos.
    
    Tu boca, por dios tu boca, esa humedad que me embriaga de placer, esa lengua que viola mi boca y sin poner resistencia me dejo, tus labios carnosos, tu dulce perfume, ese aroma que me enciende, el calor sube por mi cuerpo cada vez más.
    
    Tus manos no pierden el tiempo, vas directo al asunto, por encima del pantalón querés saber cuánto me gusto tu recibimiento, y no, no parece sorprenderte lo mucho que me gusto, solo el pantalón evita que mi erección sea más grande y ...
    ... firme.
    
    Tus labios, otra vez tus labios, son ese oasis de lujuria y perversión, dulce, lento, profundo, con arrebatos mordiendo mis labios, me vas hipnotizando, seduciendo, como un marinero que caía en el canto de las sirenas, me vas atrapando. Pero vos, vos... Vos me vas a devorar de la forma más exquisita que un hombre puede ser devorado.
    
    Me desprendo la camisa, dejo mi torso desnudo. Por alguna razón no me dejas que me la quite. Volvés a tomarme de la hebilla del cinturón, pero esta vez para soltar y desprender los botones de mi jean.
    
    Con fuerza y autoridad, me llevas hasta la silla que había en el cuarto, la cual, embellecido por tu sensualidad, nunca la había notado. Me obligas a sentarme. Te paras tan cerca de mí que casi puedo besar vientre. Mis piernas permanecen cerradas, las tuyas abiertas para poder pararte cerca, me miras desde tu elevada altura, ayudada por los tacos, yo, desde abajo te devoro con la mirada. Tomo tus glúteos con mis manos con devoción, y automáticamente me sacas las manos
    
    -No tan rápido señor! me detenés con astucia.- No se apure, la noche recién empieza y hoy tengo muchas sorpresas para usted.
    
    Te apartas hasta el mueble a nuestro lado, y del cajón sacas una cuerda. Inevitable tragar saliva “esto viene serio” pienso para mis adentros.
    
    -Voy a ser generosa, porque me siento buena –Me decís con una sonrisa pícara y en tu voz se nota un tono de sarcasmo que me pone en jaque.
    
    Sorpresivamente, me atas mis piernas a las patas de la silla, y ...
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