1. Navidad


    Fecha: 21/06/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pene impacta suavemente, primero, con el clítoris: golpes minúsculos, blandos, sobre la eréctil terminación nerviosa. La mujer ya ha suspirado, por vez primera, como se suspira cuando el inconfundible tacto rudo de un buen glande acecha sobre los labios de la vulva.
    
    Un leve grito, una respiración entre dientes, y un gemido. Es el rabo incontenido que se introduce en su cavidad vaginal. Por cada empujón se sonoriza, líquidamente, la entrada concurrida del miembro varonil, masculino; hambriento de desparramar sus impulsos por la piel de la hembra.
    
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    Cuando ya llevan un tiempo cabalgando, y esbozando aire por la boca, cargado de suspiros y de placer; entonces, sube el ritmo, la intensidad y la dureza. La respiración de ambos torna entrecortada, tímida y discreta, y a ratos sonorizan nuevos grititos repetitivos, como sorprendidos, al recibir (de nuevo) un falso dolor que en realidad es el gusto máximo. La sucesión de jadeos y quejidos es increíble.
    
    Ahora baja el pulso, pues retozando de gusto, el hombre abarca con sus brazos el fino cuerpo de la mujer, notando sobre sus muñecas la piel delicada de los pechos; y la húmeda dureza de los pezones erectos. De relajados, los amantes parecen casi dormidos, meciendo más que empujando, y gimiendo bajo, como en un sueño concentrado, del que se escapan al exterior las cuerdas vocales.
    
    Se besan y se sonríen, se miran al fin con los ojitos descubiertos. Cuando el chico le gesticula interrogaciones y la mujer asiente, ...
    ... penetra de nuevo con un ahínco lento; el empujón hace el rebote de esta con el lavabo en la cintura, lo que unido a la profundidad que dentro de ella está alcanzando su falo, la hace gemir y abrir la boca, y desorbitar sus ojos mientras mira al cielo, sorprendida por el rápido cambio de ritmo. Esto se repite unas siete veces.
    
    Ahora suenan huevos batiendo. Es el agitar pélvico del varón sobre la vagina, que añade velocidad y endurece los glúteos. La abarca otra vez con los brazos y aprieta los dientes, rojísimo, despeinado... gritando como desesperado. Las vibraciones trémulas se marcan en la carne, en las pieles; y los sonidos esponjosos, mojados, de los sexos opuestos, de atronador impacto.
    
    Mientras, ella, con los pechos dando vueltas al aire, prevé lo que se viene, y no se puede contener: gime a más no poder, más y más alto. Cuando ya quedan segundos, empieza a dibujar oes en la boca, y a hablarlas con gusto.
    
    Ya se acerca el fin. Con todo un rojo fuego a su alrededor y una rapidez inaudita, los chicos hacen todo el ruido que pueden, y el pulso les late tan fuerte, que cuesta hasta el jadeo. Sin vista lateral por la adrenalina; con el grito ahogado del final del coito, la polla lo suelta, recibiendo ella en su agujero. Fue tan veloz que se oyó el disparo chapotear en el sexo, lanzando el fluido, insertado en la piel femenina.
    
    El fuego ya no arde, y los amantes no están ya. Sólo queda de ellos el polvo y los suspiros, y el recuerdo infartante del placer que se dieron. 
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