1. Carretera, testigo de todo.


    Fecha: 16/06/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Azoté la puerta detrás de mí y tomé aire. Justo frente a mi casa estaba estacionado el auto de Andrés, y él, esperándome dentro.
    
    Me alisé la falda por milésima vez y camine hacia él.
    
    Andrés y yo asistimos a la misma preparatoria. Es mi novio. Bueno, si es que le puedo llamar así. Tenemos una relación algo inusual, si me lo preguntan. Él y yo no tenemos reglas entre nosotros, es decir, podemos hacer lo que se nos pegue la gana con quien queramos y ninguno se molesta por ello. Es verdaderamente perfecto, y no querría que fuera de otra forma.
    
    Cuando lo conocí, lo guapo que era capturó toda mi atención. Tiene un par de ojos azules bellísimos, acompañados de una mirada pícara. Eso es lo que me gusta de él. Andrés hace lo que le apetezca sin importarle nada más. Tiene un carácter muy duro. Pero, ¿qué puedo decir? Es un chico malo, y resulta que a mí me vuelve loca la rebeldía.
    
    Y, por supuesto, ni mis padres ni mi hermana se imaginan todo lo que he hecho con Andrés. Si llegaran a enterarse, me desheredarían, me correrían de la casa, y quizás hasta me colgarían viva.
    
    Le sonreí mientras rodeaba el cofre del auto para llegar a la puerta. Tuve que pegarme la falda a los muslos para evitar que el fuerte viento que estaba soplando la levantara.
    
    El otoño había venido con toda sus fuerzas este año, y las hojas que había descolgado de los árboles a su paso lo demostraban.
    
    Cuando por fin entré al vehículo, Andrés me sonrió, divertido por el espectáculo que acababa de ...
    ... presenciar. Se acercó a mí y besó mis labios.
    
    —Mal día para usar falda, ¿no crees, Eva? —Me dijo entre risas.
    
    —Cállate —Le reproché bromeando.
    
    Me acomodé el cabello sobre los hombros, tratando de regresarlo al peinado original. Aunque no era nada especial, sólo lo había cepillado un par de veces antes de salir.
    
    Andrés puso en marcha el auto y comenzó a avanzar en dirección a quién sabe dónde. Me dijo que me llevaría a almorzar, pero no a qué restaurante. Y no era como si me importara mucho, al final, siempre la paso bien con él.
    
    Miré a través de la ventana. El panorama naranja y café de la ciudad era encantador. Era tan tranquilo.
    
    Así pasé un rato, hasta que me percaté que Andrés no había pronunciado ni media palabra más desde su último comentario, lo cual era muy raro. Él se la pasa hablando y diciendo tonterías para hacerme reír, por eso su silencio me pareció extraño.
    
    Lo miré de reojo. Se veía muy concentrado en la ruta que tenía en frente. Me gustaba cómo se veía cuando dejaba que su barba creciera, ¡oh!, y ni hablar de sus labios. Tan carnosos, tan buenos anfitriones para pasar una excelente tarde de besos.
    
    Meneé la cabeza para volver a concentrarme en su silencio.
    
    —¿Qué te pasa? —Pregunté, tratando de no sonar tan aprehensiva.
    
    Andrés me miró por un segundo y regresó la vista al frente.
    
    —No es nada —Contestó, pasando una de sus manos por mi melena castaña, acariciándome.
    
    Y lo hizo varias veces. Fue ahí cuando lo comprendí todo.
    
    Cuando ...
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