1. Las hermanas de Camilo (Capítulo 10): La joya de la corona


    Fecha: 16/03/2022, Categorías: Grandes Relatos, Autor: felodel2005, Fuente: CuentoRelatos

    ... notarlo.
    
    Camino a su habitación, Diana balbuceó lo mal que yo le caía, aunque decía estar agradecida por lo que estaba haciendo: llevarla a su cuarto. Yo permanecía en silencio, escuchando sus delirios de ebriedad y pensando en el culeadón que le iba a pegar.
    
    Al entrar en su habitación, la dejé caer sobre la cama, y luego di un par de pasos atrás para cerrar la puerta.
    
    Su cuerpo quedó ahí tendido sobre el colchón. Ella calló allí casi que inconsciente, inicialmente solo abrió la boca para expresar lo mareada que se sentía, pero un par de minutos después entró en un profundo sueño.
    
    Yo subí ligeramente su vestido. Lo suficiente como para dejar expuesta toda la zona de su pubis. Empecé a palparla por sobre sus bragas, a la vez que miraba constantemente su cara. Quería saber si estaba dormida y, en caso de no estarlo, saber que reacción tendría al percibir que la estaba tocando.
    
    Continué acariciando sus gruesos muslos, arañando ligeramente la cara interna de estos. Luego volví a palpar su vagina por sobre su ropa interior, pero esta vez me apasioné tanto con ello, que terminé introduciendo uno de mis dedos, aún sin quitarle las bragas; es decir, le estaba hundiendo parte de sus bragas entre su concha.
    
    Ella seguía dormida, pero su vagina parecía conocer todo lo que estaba ocurriendo. Rápidamente se calentó y humedeció, aunque debo decir que en esta materia estaba por debajo de Katherine, pues su vagina estaba lejos de tener la misma capacidad de ...
    ... lubricación.
    
    Muy delicadamente y con bastante paciencia y detenimiento fui bajando sus braguitas. Las dejé a la altura de sus rodillas para por fin ponerme cara a cara con su vagina. Era espectacular, pues no llevaba un matojo de pelo tapándola, pero tampoco la tenía depilada al ras; estaba apenas cubierta por unos pequeños bellos, que estaban tan cortos como para dejar apreciar la forma y el intenso rosa de su precioso coño.
    
    Empecé a tocarla suavemente, vigilando siempre si seguía dormida o no. Ella reaccionó retorciéndose ligeramente, también con unos pequeños jadeos, pero sus ojos seguían cerrados. Era como si se tratara de un sueño húmedo.
    
    Poco a poco me fui tomando confianza, lo que llevó a que mis manos y mis dedos se movieran cada vez con más rapidez y furor. Ella seguía sin expresar una reacción consciente.
    
    Ya no era uno, sino dos los dedos que exploraban al interior de su vagina. Trataba de hacerlo con cierta delicadeza a pesar de mi alto estado de excitación. Cuando los saqué de allí, salieron empapados, recubiertos de una buena cantidad de sus fluidos.
    
    Luego procedí a darle la merecida sesión de lengüetazos. Sabía que esto implicaba no poder vigilar más sus reacciones, pero a esta altura ya no me importaba nada, así que me agaché y hundí mi cara entre sus piernas. Pasé mis labios y mi lengua por su vagina a la vez que me ayudaba con las manos para separar sus piernas, también para acariciarlas.
    
    De repente ella empezó a empujar mi cabeza hacia abajo. Yo no podía ...