1. Acudiendo a la cita con el quiosquero


    Fecha: 31/05/2018, Categorías: Gays Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos

    Desde que me había levantado el sábado, llevaba todo el día nervioso, apenas había podido comer a causa de los nervios y stress que tenía, era como un hormigueo que me recorría todo el estómago, y todo era por causa de aquella cita con el quiosquero. No le había prometido nada, pero llevaba 2 días que no dejaba de pensar en ello.
    
    Realmente deseaba volver a estar con él, por otra parte, sentía remordimientos, no terminaba de aceptar por completo mi homosexualidad. Tenía miedo de que me descubrieran, de que no aceptaran que fuese maricón, en fin, miles de pensamientos que recorrían por mi cabeza.
    
    Pero aquello que sentía era demasiado fuerte, y sobre todo muy difícil de reprimir. Así que al final terminé por acudir a la cita con el quiosquero, la calentura y excitación que sentía, habían ganado como solía pasarme siempre.
    
    A las 7 menos 5 de la tarde, emprendía camino al quiosco, tal y como había quedado con el quiosquero hacía 2 días. Había dicho en casa que seguramente no vendría a dormir, que había quedado con unos amigos, que íbamos a una fiesta, y seguramente hasta el domingo no volvería. ¿Pero vas a venir a comer? Me había preguntado mi madre, no lo sé, supongo que sí, le contesté.
    
    Cuando llegué al quiosco, ya pasaban de las 7 de la tarde. Al ver el quiosco sin luz y las persianas bajadas, quedé paralizado, miré el reloj, viendo que ya eran casi las 7 y cuarto de la tarde. Joder, ya no está, y ahora que hago, quedé pensando sin saber que hacer.
    
    De pronto ...
    ... escuché como se abría la puerta del quiosco, saliendo en esos momentos el quiosquero. Al verlo, se me iluminó la cara, ¡bufff! Que sensación de alivio me había recorrido todo el cuerpo.
    
    Hola, le dije, con voz temblorosa y unos nervios que me hacían encoger el estómago.
    
    Vaya vaya, que sorpresa, creí que no venías. Ya estaba cerrando para marcharme. Pero bueno, al final veo que te has decidido, y aunque tarde, has venido.
    
    Entonces que, me decía el quiosquero, ¿vas a venir a mi casa y quedarte a dormir, como hablamos el otro día?
    
    Sí, le contesté, poniéndome rojo de vergüenza a la vez que miraba al suelo.
    
    Estupendo, soltó el quiosquero, dándome un abrazo. Ya verás como no te arrepientes, vas a ser mi perrita toda la noche, me susurraba al oído mientras me abrazaba. Ya verás como vas a disfrutar, te voy a montar y hacer que chilles como una perrita, me decía tocándome el culo con su mano.
    
    Al verme nervioso, tratando de zafarme de aquel abrazo y manoseo que le daba a mi culo, el quiosquero se dio cuenta de que aquello me ruborizaba y no me gustaba que me vieran. Abrió la puerta del quiosco, diciendo, espera un momento. Ven, pasa que vamos a coger tabaco, que seguro que te va a hacer falta.
    
    Pasé a dentro del quiosco como me había pedido, mientras él buscaba agachado en un cajón el tabaco. Cuando lo hubo cogido, se giró preguntándome si quería llevar algo más.
    
    No no, le contesté, yo no necesito nada, le dije.
    
    Ven mi perrita, me decía él abrazándome de nuevo. Ya ...
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