1. 2. La obsesión por el fetiche de ser infiel


    Fecha: 11/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: PrincesaIntelectual, Fuente: CuentoRelatos

    ... con vigor sexual.
    
    Los besos ya nos habían prendido mucho y en mi caso, ya estaba muy mojada, por lo que decidí quitarle el cinturón y bajar su pantalón. Le sostuve su rica verga gruesota y le pedí que me la metiera. Guillermo me tenía ya abierta de piernas bajo él, así que se apresuró a quitarme la tanga por debajo de la falda y me dejó ir su polla suavemente, resbalando sin dificultad por mi concha ya húmeda.
    
    L: ¡Ay! Se siente bien gruesa, mmmm.
    
    Comenzó a embestirme con velocidad moderada y yo le agarraba las nalgotas mientras me cogía sabroso. Sus manos me apretaban los pechos por encima de la blusa de una forma tan violentamente rica que me hacía gemir extra.
    
    L: ¡Ay, sí! ¡Ay, sí! ¡No pares, papi! ¡Hazme tuya!
    
    Cada vez más se hacía enorme el deseo de sentir su vergota hasta lo profundo de mí, de forma que empujaba sus nalgas con todas mis fuerzas para que permaneciera con el pene dentro de mí por largos instantes.
    
    Lo detuve un momento para terminar de encuerarme y de encuerarlo a él y me volví a poner abierta de piernas, comenzando a frotar mi clítoris por mi cuenta, ya que estaba llegando a mi primera corrida de la tarde.
    
    L: ¡Uy, sí! ¡Me estás haciendo venir! ¡Ah! ¡Ahhhh!
    
    Volví a sostenerlo de las nalgas para que dejara todo su miembro en mi interior y así correrme a presión bastante sabroso. Mi respiración y latidos cardíacos se aceleraron demasiado que tardé en volver a incorporarme, pero fue tan satisfactorio venirme así con su verga bien ...
    ... adentro.
    
    Continuamos follando así un rato hasta que cambiamos de posición, ahora me puse en cuatro y experimenté lo salvaje que un chico de su edad puede ser con una madura. Me hizo recordar mi primera vez, que justamente fue con un joven de 23 y por lo que me volví adicta al sexo.
    
    Nalgadas, sujeción de caderas y cabello rudas y penetración intensa me llevaron a emitir gritos de placer, a inclinar completamente mi cuerpo hasta tocar la cama con mi cara y sentir que los viejos tiempos habían vuelto, cuando era libre y gozaba de acostarme con quien quería hasta que se me ocurrió la gran idea de casarme.
    
    De repente, sentí que me bañaba los glúteos y la espalda con su semen. Tuvo una eyaculación enorme y se reflejó en sus gestos de placer inmenso. Guillermo quiso descansar un poco, pero luego de ese rato, me aproveché de él para subirme en sus muslos y meterme su grueso y ardiente pito en la cuca.
    
    Me di de sentones con la intensidad y clase de una prostituta de cinco estrellas, como nunca en mi vida y gimiendo en cada impacto de lo delicioso que se sentía clavarme su enorme pija.
    
    G: Me encanta cómo te mueves, ¡uf!
    
    L: ¿Si, chiquito? Es que la tienes bien rica, ¡mmmm, me fascina!
    
    Pasó un rato largo. Para sorpresa mía no experimenté cansancio ni aburrimiento, sino que llegué a provocarle su segunda corrida y fue en mi vagina. Fue un deleite sentir su calientito y abundante semen escurriendo desde mi interior y por mis labios vaginales. Me llevé los dedos a mi concha ...