1. 2. La obsesión por el fetiche de ser infiel


    Fecha: 11/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: PrincesaIntelectual, Fuente: CuentoRelatos

    Una vez que has sido infiel, no hay marcha atrás. Lo repetirás una y otra vez hasta saciar tu sed.
    
    Transcurrieron las horas durante las cuales mi marido estaba trabajando y yo no paraba de pensar en que le acababa de ser infiel con el señor de la tienda. Pero ¿por qué infiel? ¿Acaso sentía algo por don Óscar? Para nada. Solo disfruté tanto de una buena cogida que hacía tiempo no me propinaban y, siendo una ninfómana de lo peor, quería otra.
    
    Mis quehaceres del hogar los dejé a un lado por estar pegada al teléfono celular y espiar los perfiles de las redes sociales de viejos amigos, personas populares y sobre todo, de algunos compañeros del trabajo de mi marido con los que me llevaba bien. De pronto, despertó en mí el interés por tener relaciones con alguien que conociera a mi esposo, ¿la razón? No la sabía exactamente.
    
    En la soledad de la casa me tomé varias fotos sexys y las subí a mis redes sociales, configurando que únicamente ciertas personas las pudieran ver, exceptuando a mi esposo, obviamente. No tardaron en llegar las reacciones de los hombres que quería que reaccionaran, incluso me escribieron en la caja de mensajes y con toda la actitud coqueta les contesté.
    
    Así fue como decidí con quién progresaba la charla y con quién no, al punto de citarme al siguiente día con un goloso y enérgico muchacho de 23 años, llamado Guillermo, compañero de trabajo de mi esposo. Nada mal para comenzar, pensaba yo al respecto de su edad.
    
    Llegó el día, mi marido salió a ...
    ... trabajar y una hora después yo salí hacia el hotel donde quedé de verme con Guillermo, quien no se presentó al trabajo por cuestiones de salud puestas como excusa.
    
    En ese entonces yo tenía 29 años, le llevo 6 años solamente, pero el hecho de que fuera más pequeño que yo me hacía sentir una señora y fue justo como me arreglé, con el cabello recogido, las cejas bien marcadas, los pómulos brillantes, un top halter guinda, una faldita entubada negra y zapatillas de tacón. El joven fue con un pantalón de mezclilla azul y una camisa polo a rayas horizontales, justo como lo pensé para que siguiera imponiéndose en mi imaginación la idea de sentirme mayor que él.
    
    Muy tímido el muchacho, me llevó del brazo todo el tiempo hasta estar en la recámara, donde dejé de hacerme pasar por una señora educada a comportarme como la sucia que soy, iniciando con acariciar su pecho y tomarlo de las caderas, pero no veía acción de su parte.
    
    L: ¿Te sientes bien?
    
    G: Sí, solo estoy nervioso.
    
    El lindo joven invitó el cuarto, pero se quedó sin dinero para algo más, así que puse de mi parte y solicité unas bebidas a la habitación. La plática fue fluyendo hasta poder estar acostados de lado, mirándonos uno al otro y comiéndonos a besos, sintiéndome de 23 años como él y siendo su pareja amorosa, en sentido figurado, aunque no por nada lo elegí a él, ya que tenía las cualidades que me encantan en un hombre, alto, corpulento, gordito como yo, fortachón, cachetón, nalgón... Justo como mi esposo, pero ...
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