1. Cruising en Caracas


    Fecha: 06/01/2022, Categorías: Gays Autor: bluekavin, Fuente: CuentoRelatos

    ... previa, los que estarían dentro.
    
    -Esto es lo que les gusta a las putas como tú, que les metan cosas en el culo sin importar qué sea. Ni quién sea -mientras me abría el culo cada vez más.
    
    -Necesito verga, la necesito dentro -siempre les digo esto porque es la verdad. Siento necesidad de verga dentro de mí, casi siempre. Mis dedos y mis juguetes no son suficientes. Necesito carne dentro de mi culo. Un hombre bombeando dentro de mí.
    
    -¿Crees que me aguantes?
    
    -Aguanto lo que sea -le respondí con temor. Temor a que me lastimara en exceso, pero seguridad en que mi culo soportaría el dolor que fuese necesario para darle placer al chico delgado y alto que me había sonreído en el metro.
    
    Me bajó la pantaleta de coñazo. No pude ver su verga, sólo sentí sus manos apretar con furia mis caderas y su verga torpe lastimar alrededor de la entrada.
    
    -Por ahí no es -dije susurrando a modo de súplica.
    
    -Yo digo dónde es -contestó con autoridad.
    
    Su voz masculina y autoritaria me hizo temblar las piernas y doblar un poco las rodillas, lo que hizo que su pene me invadiera de manera violenta, haciéndome daño. Se sintió realmente enorme, me ardía, me dolía, me sentía humillado y por encima de todo, sentía el mayor de los placeres al saber que ese hombre estaba haciendo lo que le placía con ...
    ... su puta.
    
    Mi culo ardía y yo gemía incontrolado. El chico me sacó la verga de pronto y me arrojó a la cama, creí que caería en el suelo por la total oscuridad. En cambio él conocía su lugar. Se tardó un poco por lo que creo que se quitaba la ropa. Pronto estuvo sobre mí metiendo una media usada en mi boca, halando mi cabello y penetrándome de nuevo sin considerar el dolor que ya me había causado. Eso me ponía más y más puta. Me hacía aguantar más. Estuvo repitiéndome que si quería verga, debía aguantarla como era debido. Me dijo también que los maricones lo único que pensaban era en una verga gorda que les dejara el hueco bien abierto y no se equivocaba. Me nalgueaba, gruñía y me daba puñetazos en la espalda baja. El quinto golpe vino acompañado de una brutal embestida y un escupitajo en la nuca, de inmediato empecé a eyacular. Mi sensibilidad era cada vez mayor, casi lloré apretando la media con mis dientes. Aún él no terminaba y yo ya sentía mucho dolor.
    
    Estuve aguantando, dándolo todo un par de minutos hasta que me empezó a ahorcar con las dos manos y me enterró toda la carne hasta el fondo dejando toda su leche dentro de mí. Aún la tengo dentro. Sacó la verga de mí y me hizo subirme el mono y salir de su casa. No le pregunté su nombre. No sacaré su leche de mí hasta la mañana. 
«12»