1. Imelda: La runner del trabajo (II)


    Fecha: 05/01/2022, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Len the pro, Fuente: CuentoRelatos

    Nunca pensé que Imelda accedería a invitarme a dormir a mi cama.
    
    La fiesta y el cansancio eran grandes, para ni fue buena idea dormir juntos.
    
    Ella ya estaba muy alcoholizada y necesitaba dormir.
    
    Yo solo me limité a rodearla con mi brazo. Precio a esto me puse mi pijama.
    
    Pasaron un par de horas cuando mi reloj biológico despertó.
    
    Cómo todos los días amanecí duro como roca.
    
    Era muy notoria mi erección y me di cuenta como ella acomodó sus nalgas cuál tetris buscando acomodo.
    
    Pude sentir perfectamente como entraba mi pene en ese espacio.
    
    Mi corazón y mi respiración se agitaron.
    
    Lentamente metí mi mano entre su blusa blanca de seda.
    
    Eliminé el brasier y empecé a masajear esos pechos muy redonditos y bien parados, nada grandes, pero tampoco eran unos limones.
    
    Sus pezones empezaron a erectarse, pude percibir su respiración.
    
    Comencé a mover mi mano por todo su cuerpo hasta llegar a las rodillas.
    
    Ahí comencé a subir nuevamente para empezar a jugar con sus muslos,
    
    Empecé con un masaje leve y comencé a subir la intensidad, no tocaba su vagina, solo era un roce muy leve.
    
    Pude sentir como palpitaban sus labios vaginales y como su respiración empezaba a descontrolarse.
    
    Entonces las yemas de mis tres dedos se posaron sobre su calzón a la altura de su vagina y empecé a moverlo, que rico como sentir ese palpitar.
    
    Fueron varios los minutos de masaje, hasta que percibí cómo mis dedos se humedecían y ella dio un gran suspiro.
    
    Su tanga era ...
    ... color perla de seda con encajes negros, la cual hacia juego con el brasier. Sin duda un conjunto digno de una madura. Pero una madura sexi y elegante.
    
    Tomé su minifalda, la subí hasta la cintura y ella ligeramente me ayudó a abrir las piernas. Tan solo con tratar de mover a un lado la tanga. Puedo ver cómo arqueo su espalda.
    
    Imelda estaba muy sensible, pero ella al parecer seguía dormida.
    
    Mientras esto pasaba, yo ya no podía contener mi erección. Solo bajé mi pantalón de pijama y me puse sobre ella. Tomé mi pene y con la cabecita comencé a jugar con su clítoris. Pasaba mi glande por su clítoris, se besaban con cariño, se acariciaban mutuamente.
    
    Junte lo más que pude mis rodillas y yo me abracé con sus piernas en mi cintura y la penetré muy dulcemente, mientras entraba, engordaba mi pene para abrir sus labios.
    
    Tan solo de sentir que entró todo mi pene ella abrió los ojos y solo me dijo:
    
    Ime: "Me prometiste que no pasaría nada"
    
    León: "no haré nada que no quieras"
    
    Irme: "tiene mucho que no lo hago"
    
    León: terminé de entrar -y me fui a su oído y le dije- "sé lo afortunado que soy de que estés hoy conmigo".
    
    Y comencé a besarla, mientras mi pelvis comenzaba a moverse, siempre fueron movimientos a su ritmo, yo quería que ella fuera quien llevara la batuta.
    
    Pero ella me dejó a mi hacer uso de su cuerpo, yo le decía que ella tenía las mejores piernas de la oficina. Que había sido un tonto al notarlo apenas.
    
    Solo me dijo: “soy la mejor corredora, y estás ...
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