1. Madre hot: Una de espartanos


    Fecha: 14/10/2021, Categorías: Fetichismo Autor: Alexandre, Fuente: CuentoRelatos

    ... emocionado con la original versión de los trescientos valientes, cuando observo que sigilosamente el hombre recién llegado ha pasado a ocupar la butaca de mi padre, que se ha sentado junto a mi madre...
    
    Un leve rozamiento de rodilla sin que mi madre se opusiese o se separase permitió al desconocido llegar a la conclusión que aquella hembra, de mediana edad, rechoncha, con buenos pechotes, oliendo divino y con falda corta quería tema. Dio un paso más y posó su mano en la rodilla de mamá; ella se dejó hacer. Le subió ligeramente la falda y con su mano vigorosa y áspera le alcanzó las bragas. Mamá separó ligeramente las piernas. El hombre alcanzó la concha. Trató de introducir un dedo bajo la pantaleta, pero esta estaba muy apretada. Tuvo que limitarse a presionar un dedo en la raja por encima de las bragas, luego dos. La muy zorra se abrió todavía más: quería que el hombre le alcanzara sin dificultad el clítoris y poder así disfrutar mejor del momento. Escuché un resoplido; mamá empezaba a gozar. El desvergonzado empezaba a imprimir más ritmo con sus ágiles dedos, sin importarle que un asiento más adelante estaba el propio hijo de aquella facilona. Pero fue más lejos todavía.
    
    El rudo operario -fontanero, electricista, pintor de brocha gorda... o vaya usted a saber qué, pero que sabía que aquella mujer estaba recaliente por el espectáculo de la pantalla- no estaba dispuesto a desaprovechar aquella oportunidad única. Llevó la mano de mi madre a su entrepierna para que ...
    ... comprobase su estado de excitación y el tamaño de su verga a punto de explotar bajo sus pantalones de trabajo. Mamá palpó aquel miembro grande y duro y sin mayor esfuerzo dedujo que era muy superior al de su marido, lo que todavía la excitó más (¡Pobre papá echando un cigarrito y cerrando negocios en el hall del cine!).
    
    No lo dudó un minuto. El tiempo jugaba en contra, la película tenía una duración limitada. Bajó la cremallera del pantalón del hombre y liberó aquel pollón erecto y ya babeante. Empezó a masturbarlo lentamente, más pendiente de mí por si me daba cuenta de lo que estaba ocurriendo unos centímetros más atrás que de lo que ocurría en la pantalla. Viendo la calentura de la hembra, que recorría con deleite el miembro desde el glande hasta los cojones, el desconocido la agarró por el cuello con la intención de que le hiciese una felación, pero ella calibró los riesgos y lo descartó.
    
    El hombre, ciego por el calentón, no cejó en su intento de alcanzar con sus dedos la panocha caliente y jugosa de mamá pero las bragas se lo impidieron una vez más. Aun así logró continuar fácilmente con la masturbación pues los jugos vaginales le permitían una buena dedada. El coño estaba hinchado y el clítoris parecía una pijita erecta. El hombre conocía el arte de la paja femenina y controlaba inteligentemente las pausas y los refriegos; sabía cuándo tenía que apretar con fuerza toda la vulva hasta hacerla estremecer. En medio del estruendo de la batalla de las Termopilas mamá ...