1. Un confinamiento sexual


    Fecha: 18/09/2021, Categorías: Incesto Autor: Rain1744, Fuente: CuentoRelatos

    ... Tras un impasse de varios segundos, volví a escucharlo. Estaba en absoluto silencio cuando volví a escucharlo por tercera vez. Sí, era un gemido muy dulce y lírico procedente de la habitación de mi hija. Tenía la puerta entreabierta y me asomé sigilosamente porque no entendía qué sucedía. Cuando, con sumo cuidado, me asomé, vi a mi hija María tumbada en la cama. Tenía puesta una camiseta blanca de estar por casa, pero no llevaba ningún pantalón o short puesto. Solo tenía puesto el tanga rojo que puse a secar unos días atrás y la mano metida dentro del tanga, pudiendo captar un incesante movimiento de mano. Su otra mano tapaba su cara y acomodaba de vez en cuando su pelo. No lo podía creer, mi María se estaba masturbando.
    
    La curiosidad evitó que saliera de allí rápidamente y me quedé observando el espectáculo mientras me aseguraba de que no me viera. El tanga me excitaba muchísimo y mi hija, en esa postura, también. Pronto empecé a notar como mi miembro crecía dentro del pantalón. Ella cada vez le daba más potencia al movimiento de mano y se retorcía en la cama con mucha facilidad. Lo estaba gozando. Su sensibilidad era visible y pronto se abrió de piernas para darse espacio mientras seguía batiendo a buen ritmo. Lograba controlar los gemidos, pero siempre se le escapaba alguno. Cuando mi mirada se centró por un segundo en el movimiento del tanga con las piernas abiertas, no me puede resistir y entré.
    
    Lo hice sigilosamente, sin que ella se diera cuenta dentro de su ...
    ... mundo de fantasía. Justo en ese momento, hubo una pausa y se llevó las dos manos a la cara, disfrutando el momento. No me pude contener y la relevé poniendo mi mano sobre su coño. Su reacción fue muy asustadiza, echándose para atrás bruscamente. Su cara de vergüenza y sorpresa delataba un mal momento. La sonreí y la tranquilicé como pude. Además, su ventana daba al jardín donde estaba su madre y un grito fuerte la alertaría. Con mi dedo en la boca le hice el gesto de silencio. Volví a poner la mano sobre su coño y la metí dentro del tanga, con cuidado, despacito. Levemente empecé a introducir un dedo, tuvo que echar la cabeza para atrás por lo sensible que ya estaba después de su sesión de masturbación propia. Pasé a introducir el segundo dedo y a ejecutar un movimiento incesante de mano.
    
    Ella notó sorprendida mi duro pene presionando el pantalón y quiso tocarlo. La dejé y parecía sorprendida del tamaño. Me bajé la bragueta del pantalón y liberé, delante de su cara, mi potente miembro de 26 centímetros en todo su esplendor. Se quedó alucinada. No se pudo contener y rápidamente se lo introdujo en la boca. Nunca la habíamos conocido novio, pero sabía lo que hacía. Fue una mamada juvenil, no muy técnica, pero sí enérgica. Tras pasar unos minutos, no me pude aguantar más y la levanté para darla vuelta. Bajé su tanga y me aseguré de que su coño estaba húmedo. Le di un par de palmaditas en su pulcro trasero y le introduje mi pene. Confieso que perdí un poco el control al principio y ...