1. En la Playa


    Fecha: 19/07/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... querido tener las manos en los pies. Ella no se intimidó y me acarició intensamente el pene que en esos momentos estaba muy tieso. Dibujamos círculos, presiones, roces, pellizcos. Sin embargo la conversación seguía. Teníamos que seguir conversando a pesar de lo que pasaba debajo del agua.
    
    La situación se estaba tornando insoportable, insoportablemente excitante, insoportablemente impotente, insoportablemente lujuriosa, insoportablemente emocionante. Que frío tan hijueputa. Que calor tan hijueputa. Como todo deseo, cada vez se necesita mas y más. Continuamos acariciándonos desde la punta de los pies hasta el ombligo, algunas veces con ternura, otras con pasión, pero siempre de acuerdo, respirábamos al mismo tiempo, nuestro corazón latía acompasadamente y nuestras mentes se comunicaban telepáticamente. Conocí cada rincón de sus piernas, conté todos sus bellos que estaban debajo del agua, palpé el largo de sus uñas, las cicatrices infantiles de sus rodillas, las imperfecciones de la perfecta redondez de sus nalgas, el calor de su ...
    ... clítoris, la humedad de su deseo que se diferenciaba del frío del mar.
    
    Con el tiempo los roces se apaciguaron y fueron más intensos, como los amores otoñales. Las sensaciones pasaron de la piel al alma. El deseo había dejado lugar al éxtasis contemplativo de la paz. Ya ni siquiera el mar existía para nosotros, por que si hubiera existido nos hubiéramos congelado. Sentía la paz del orgasmo, el amor del anciano.
    
    En esta isla la primera luz es muy temprana. La luz con la que se despidió la luna nos sorprendió en la mañana. El amanecer se convertía en el ocaso de nuestro amor…………….
    
    Una alborada nos alcanzó para conocernos a través de nuestras caricias. En mis pies quedó dibujado su cuerpo y su alma. La sensualidad superó al amor o se transformó en Él, por que puedo asegurar que la ame intensamente. La sentí como parte de mí, la amé como a mi propio ser, en mi corazón conservó su recuerdo imborrable.
    
    Nunca le di un beso, nunca le estreché una mano, nunca la abracé, nunca le dije una palabra de amor, solo la amé, la amé debajo del agua. 
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