1. Desafío de galaxias (capitulo 27)


    Fecha: 20/04/2018, Categorías: Transexuales Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... fragatas operando en la atmosfera y apoyando a su infantería lo tenemos jodido.
    
    —Lo prioritario es evacuar a la mayor cantidad de civiles posible, señor canciller, —dijo Clinio dirigiéndose al canciller que asintió con la cabeza—. Cualquier cosa que vuele, además de los transportes militares, lo emplearemos en ese cometido.
    
    —Lo más cercano seria la Confederación Gerede, —apuntó el canciller—. Además, ellos con sus naves nos van a ayudar en la evacuación, ya estamos trabajando en ese sentido.
    
    —En principio está bien, —intervino Ghalt— pero si el enemigo nos sobrepasa aquí, volverán a estar en peligro, porque el próximo movimiento lógico seria que atacaran Gerede, y entonces…
    
    —Tendríamos un problema mayor.
    
    —El primer destino tiene que ser Gerede, —la que hablaba era una representante en el Parlamento Federal—. Naves de todo el sector, y de los sectores circundantes, están convergiendo aquí para ayudar en la evacuación. Entonces, podremos llevarlos a otro lugar más seguro…
    
    —Si, pero ¿adónde? —la interrumpió otro político.
    
    —Ikoma Tome está casi en la frontera con el sector 24 y está muy poco poblado, —respondió la representante—. Pero hablemos claro, por sus palabras asumo que creen que tenemos pocas posibilidades de derrotar al enemigo, ¿me equivoco?
    
    —No, no se equivoca señora representante, —respondió Clinio—. El ejército permanecerá aquí hasta que se complete la evacuación, seremos los últimos en salir…, si salimos.
    
    —Entonces hay que evacuar ...
    ... también Gerede.
    
    —Seria lo mejor.
    
    —Entonces no perdamos el tiempo, hay mucho que hacer, —dijo la representante levantándose.
    
    Varios días después, las cosas no podían ir peor en Sigma Trumzely, y las comunicaciones estaban cortadas a causa del bloqueo impuesto por los bulban. El dispositivo de defensa federal, a escasos kilómetros ya de la capital, donde se amontonaban millones de refugiados, se sustentaba en dos baluartes, dos zonas fortificadas al norte de la ciudad, uno defendido por Clinio, y el otro por Ghalt. Por el sur, el general Torres ralentizaba a duras penas el constante avance enemigo. La evacuación de los civiles iba a buen ritmo, pero solo se había logrado llegar a un tercio. En la orbita, la situación no iba mejor, y eso que los bulban no habían mandado a la batalla todas sus naves, un gran número de ellas se mantenían en la reserva. El desenlace final era inminente, los ejércitos federales estaban casi acorralados, la flota estaba al límite, y cientos de millones de civiles se amontonaban en los pocos núcleos urbanos libres, o en las montañas, de donde ya no podrían ser evacuados. Marisol, intranquila, paseaba por detrás de Anahis e Hirell como una fiera enjaulada, mientras Marión ayudaba intentando restablecer las comunicaciones. Interiormente se recriminaba el no estar allí, con los suyos, con sus camaradas, con sus amigos.
    
    —¡Tenemos una línea de imagen! —gritó Marión— pero no es estable y hay muchas interferencias. —en la pantalla, apareció un coronel ...
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