1. El reencuentro


    Fecha: 20/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Getzemany, Fuente: CuentoRelatos

    Comienzo la guardia con la mala noticia que el médico que me acompañaría en el turno, no venía, sin embargo, me dijeron que llegaba un grupo de enfermeros para hacer pasantías.
    
    Agitada y movida, la guardia transcurría la noche, no salía del consultorio. Bajó un poco la ola de los pacientes y aproveché para cenar y bañarme. Cuál fue mi sorpresa que escucho una voz muy conocida para mi cerebro y mi corazón, trae como consecuencia que mi mente retroceda unos pocos años atrás... En el comedor esa risa que antes me agitaba, y no me dejaba pensar, eras tú aquel muchacho que conocí cuando estudiaba medicina ahora... eres todo un hombre. Entré al comedor te vi, me reconociste, te saludo de lejos y cuando terminaste de conversar te acercaste y me das uno de esos abrazos, que no los encontré en ninguna otra parte, que me quitaba todos los miedos y me hacían sentir tan cómoda, y me diste un beso en la mejilla, yo nerviosa como siempre.
    
    Hablamos de todo un poco, de ti, de mí y cenamos juntos y nuestras miradas no se podían cruzar, era como si el tiempo no hubiese pasado. Era un deseo, un morbo que se quedó dormido, pero esta noche afloró de una manera salvaje. Te comenté que iba al cuarto de médicos a cambiarme, para continuar la guardia y que conversaríamos después... Ya en el cuarto entro en el baño para darme una ducha, al salir mojada, envuelta en una bata de baño, veo hacia la puerta, estabas parado ahí, mirándome de una manera depredadora... con tu uniforme que se te veía ...
    ... muy sexy, tu espalda se dibujaba perfectamente en la bata del mismo y ni de hablar del pantalón. Cerraste con llave, me miraste con una sonrisa de esas que me desarman, te me acercaste y me diste un beso suave, tímido, como explorando el terreno como los de la primera vez, colocaste tus manos en mi cuello. Me subiste el rostro para llevar mi boca a la tuya, un beso que te acepté sin ningún reproche, el tiempo se congeló, solo abrí mi boca para que nuestras lenguas se acariciaran con libertad. Para así volvernos locos los dos. Yo tenía una bata de baño blanca y tu jugabas con mis senos por encima de la bata, yo me dejaba porque también te deseaba y con locura desde hace mucho tiempo.
    
    Comenzaste a aflojar mi bata mientras mordías mi cuello y me lamías el pecho que todavía tenía agua ya que mi cabello seguía mojado. Bajaste tus manos hacia mis senos, me lamías, me chupabas, me mordías, te los metías en la boca como si fuera un dulce, estaba embriagada de placer, seguías con tu cara entre mis senos y bajaste tu mano para darte cuenta que estaba completamente húmeda y ardiendo de deseo. Mis manos torpes no sabían que hacer, hasta que decidieron acercarse a tu pantalón donde te acariciaba el pene por encima de la ropa, estaba duro, erguido, con ganas de querer salir. Acercaste una silla y levanté una pierna y la otra la dejé abajo, bajaste tu mano para jugar con mi entrepierna, mientras que me lamías y mordías mis pezones, esto me tenía fuera de control, no te habías olvidado como ...
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