1. El sueño se hizo realidad


    Fecha: 17/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Otra vez el mismo sueño. Me desperté, aún con los últimos estertores y jadeos del orgasmo, que el recurrente sueño que venía teniendo todas las noches de las últimas semanas me había originado. Sí, de un tiempo a esta parte todas las noches tenía el mismo sueño. Siempre era igual. Yo estaba en la cama, llevando sólo una camiseta blanca, que es tal como duermo siempre en la realidad, y oía los pasos de alguien que se acercaba a mi cama y se metía conmigo en ella. La oscuridad era total, de modo que no podía ver quién era. Al principio quien fuese no decía nada, pero era evidente que era una mujer, pues me abrazaba y sentía sus pechos; yo además acariciaba su cuerpo y su melena; el olor que despedía su cuerpo me era familiar. Yo no la veía, pero por mis caricias que recorrían todo su cuerpo era evidente que vestía sólo un pequeño camisón, no llevaba ni sujetador ni bragas. Ella empezaba a acariciar mis genitales y lamerme el torso con su lengua , la cual iba subiendo hasta alcanzar mi cuello , al cual daba pequeños y placenteros mordiscos, para finalmente terminar en mi boca , la cual se fundía con la suya en un apasionado y cálido beso. Naturalmente mientras esto ocurría mi pene iba reaccionado a aquellos irresistibles estímulos, se llenaba de sangre y pronto alcazaba una gran firmeza con la cual poder ya dar gozo a una hembra y en ese momento esa mujer, aún desconocida para mí, al percatarse de que mi miembro ya estaba listo para penetrar y dar placer, se montaba encima de ...
    ... mí; con sus manos tomaba las mías, las cuales ponía en su culo, al cual yo agarraba fuertemente y acariciaba alternativamente, y luego tomando con una de sus manos mi erecto pene se lo llevaba a las puertas de su chochín, notando mi glande sus húmedos y calientes fluidos. Ahí estaba yo, a las puertas de sentir el enorme placer de penetrar a una hembra, pero no me atrevía, pues estaba yo como en su poder, esperando un gesto suyo para ser penetrada. Entonces aquella amante, hasta ese momento muda, revelaba su identidad, pues su voz para mí era inconfundible. Empieza susurrando mi nombre, Car. Carl. Carl, pero son sólo susurros entre algunos jadeos, pero esos susurros son cada vez más entendibles y la voz me empieza a ser familiar, y ya con una voz clara y a la vez llena de sensualidad maternal escucho: "Carlos penétrame, descubre el mayor placer que un hombre puede experimentar , el placer y gozo de penetrar el sexo de la mujer que le dio la vida. Carlos penétrame. Folla a tu madre, Carlos. Hijo penétrame y hazme gozar. Carlos yo te regalé la vida, ahora tú regálame tu virginidad. Hijo goza de mí y hazme gozar" Yo que en la vida real aún soy virgen, quedo estupefacto, estoy a punto de perder la virginidad con la mujer que me trajo al mundo, con mi propia madre y la idea me excita sobremanera, pues por un lado mi madre es una hembra estupenda de 38 años, morena , guapísima de cara y con un cuerpo lleno de sensuales y tentadoras curvas y por otro la idea de traspasar el tabú de los ...
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