1. Mi profesora de inglés


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Anal Autor: JulioG, Fuente: CuentoRelatos

    ... intensamente.
    
    —¡Joder Julio, no pares! ¡Uffff! Sigue Mmmmmm. Si, ¡Siiiiii! —me dijo Joana gimiendo.
    
    Se sujetó con ambas manos a los bordes de la mesa, apoyó sus piernas en mis hombros, y volvió a arquear la espalda levantando la pelvis. Continuó apretándose contra mi lengua y gimió más fuerte. Mientras deslizaba la lengua acariciándola más deprisa, sujetándola por el culo, Joana tensó todo el cuerpo, y derramó más cantidad de sus sabrosos jugos. Podía sentir el excitante olor a sexo.
    
    Sus pezones se erizaron por completo, contrayendo sus aureolas, y estalló como un volcán en un gemido agudo, largo, intenso, temblando, teniendo un orgasmo bestial, jadeando, suspirando.
    
    —¡Uffff! Genial Julio, que pasada, que alumno más bueno tengo.
    
    Tras un breve momento de relajación después del momento de placer obtenido, Joana se bajó de la mesa, se acercó a su bolso y cogió un preservativo. Se me acerco con una larga sonrisa en su cara hipnotizándome con aquellos ojos marrones y sus labios pintados de rosa intenso.
    
    Tiró del pantalón hacia abajo quitándomelo de un tirón. Para luego acariciar mi pene por encima del bóxer. La otra mano me la pasó por la nuca y acercó mi boca a la suya, fundiéndonos en un largo y profundo beso húmedo. Joana me mordió el labio suavemente y siguió besándome por el resto del cuerpo, el lóbulo de la oreja, mordisqueándome el cuello, los pectorales, los pezones… hasta llegar a la altura de mi pene, al que le dio unos pequeños mordiscos por encima del ...
    ... bóxer.
    
    Acto seguido me lo bajó de golpe y empezó a pasar su lengua a lo largo del pene, entreteniéndose haciendo círculos en su punta. Colocó el preservativo en la punta y lo fue extendiendo con la boca y las manos, despacio, muy despacio.
    
    —Joana, me estas volviendo loco.
    
    —Calma, ahora disfrutarás Julio.
    
    Joana se quitó la falda que tenía remangada en la cintura y la braguita blanca que antes había apartado a un lado para poder acceder a lamerle su chichi, para quedarse así solo con las medias hasta medio muslo.
    
    —Ven acércate— me dijo volviéndose a subir a la mesa.
    
    Abriéndose las piernas todo lo que pudo me ofreció aquella vulva depilada y brillante aún por los jugos derramados.
    
    —Ven— volvió a repetir, tumbándose en la mesa.
    
    Acerqué mi mano a su clítoris y se lo fui acariciando despacio, a la vez que deslizaba otro dedo por la entrada de su ano arriba y abajo, excitándola y calentándola aún más. Acerqué la punta del pene a la entrada de su vagina, sin llegar a entrar, solo rozándola e introduciendo un poco el glande en su entrada.
    
    —¡Métemela! ¡Julio! ¡Ya! Por favor.
    
    Entré un poco más, despacio, riendo.
    
    —¿Así Joana?
    
    —¡Toda!
    
    Entre de golpe y lanzó un pequeño grito de sorpresa y de placer. Notaba como su vagina se iba abriendo, succionándome y adaptándose a mi pene. Estaba cálida. Mi pene se deslizaba con facilidad en su interior. Aceleré entonces los movimientos, con penetraciones profundas. Para luego de golpe ir más despacio.
    
    Cogí sus ...