1. Volviendo del enojo


    Fecha: 18/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Geronimo68, Fuente: CuentoRelatos

    ... abstinencia, por lo que el primer orgasmo no se hizo esperar. Medio entre sueños, medio lengua trabada de borrachera dijo…
    
    -Mmmm… que lindo acabé…!
    
    Ya no había ni tenía vuelta atrás. Le quité la poca, la única ropa que le quedaba y me la quedé mirando. Y claro que seguía estando buena! A su vez me apresuré también yo a sacarme la ropa de dormir que llevaba puesta. Amontoné almohadas más almohadones, formando una pequeña montaña donde la coloqué boca abajo. Quedó ofrecida, con las piernas entreabiertas y vagina a la vista. Mojé mis dedos en saliva para trabajarle la entrada de la vulva. Casi no lo necesitaba porque se mantenía empapada. La masturbé un poco hasta lograr que se excitara nuevamente, gimiendo, revoleando el culo. Después me ubiqué encima, orienté mi verga y directamente la ensarté por el “camino correcto”. Ya mi calentura estaba en lo máximo. Me la cogí muy fuerte, haciéndola gemir y haciendo que goce. No quería ser rencoroso, pero inconscientemente supongo me vengaba por la abstinencia a que me había obligado. Me retiré de su interior para quedarme mirando los labios vaginales entreabiertos y chorreantes, además del bonito orificio que se dejaba entrever entre sus nalgas. Directo y sin preámbulos se las separé para literalmente enterrarle la lengua en el culo. Estaba medio dormida pero la reacción fue de arquearse como pidiendo más. Traje flujos de su concha para saborizarle el ojete y seguir lamiendo sin pausas, hambriento, caliente… Ni yo sé cómo ...
    ... aguantaba sin eyacular, a pesar de lo cargado que estaba. Le lamí el culo hasta dejarlo hecho un mar de babas. Ella aún borrachita sentía y asentía. La calentura mandaba y ya la señora enojada era todo flujo y humedad. Cuando decidí que ya estaba bien, la atraje hacia mí. Coloqué más altos los almohadones la deposité para que quede a pedir de mi. Agarré mi verga dura e inflamada para rozar y acariciar con el glande el lubricado orificio anal. Estaba cerradito por el escaso uso de los últimos meses y también, por qué no decirlo, de tiempos anteriores. Así que sin más demora apoyé la verga en su entrada para presionar hacia adentro. Tuvo un tibio intento, un reflejo de resistencia pero una sola nalgada bastó para que se afloje y me reciba. Me separé un poco para ver como la cabeza de mi verga era tragada, sintiendo la presión del aro de carne justo en el cuello del pene. Gimió, apenas gimió. En el momento y a medida que fui entrando en su cuerpo. No paré hasta que mis huevos pegaron en los labios de su concha. Entonces comencé a cogerla. Primero lento y ya después a ritmo sostenido y fuerte. Ya para entonces estaba abierta. Entregada y abierta. Mis dedos le hurgaron la concha, masajeando el clítoris hasta hacerla llegar al orgasmo. La leche me hervía en los huevos pidiendo ser soltada. Entonces, cuando no pude retener más, le solté todo lo que tenía tras un agónico quejido.
    
    A la mañana siguiente, desperté en la misma posición en que caí. De costado y con la verga aún entre sus ...