1. Mi vecinita


    Fecha: 03/03/2018, Categorías: Hetero Autor: molotov, Fuente: SexoSinTabues

    ... retorcía pero mantenía firmemente separadas las piernas para mejor acceso a aquella parte de su jovencísimo y expuesto cuerpo. Noté los espasmos de un primer orgasmo, como mi boca se llenaba de un sabroso flujo que juro que era dulce, como su boca. Noté a tensión de su cuerpo y como tiraba de mi cabeza y como buscaba mi boca con la suya. Nos besamos con deseo, con pasión, con intensidad. Luego, la hice tumbarse sobre la toalla. Me puse un condón y le separé los muslos, y ella se apoyó en los talones para elevar la cadera, joven, firme, deliciosa, atractiva y facilitarme la penetración. Apoyé el pene en la entrada de su santuario, aquel coñito joven y fresco, empujé despacito esperando no hacerle daño, me había dicho que era virgen. Y precisamente esa virginidad me excitaba mucho más. Pero no quería lastimarla, no quería que su primera vez le dejara un recuerdo doloroso. También para mí era mi primera vez, era mi primer desvirgue, mi primera virgen, mi primera muchachita. Mi primera flor. Noté la resistencia de su himen, como las paredes de su vagina, tan firmes como sus jóvenes carnes, resistían la penetración. Fui despacio, tan delicado como pude, con todo el cuidado del mundo. Pronto empezó a jadear, primero suavemente, luego ya con intensidad. La abracé, ella me abrazó, la atraje, la elevé y la coloqué a horcajadas sobre mí. Ella se abrazó con mucha fuerza y comenzó a besarme el rostro de manera casi incontrolada. Jadeaba con intensidad. Yo hacía ímprobos esfuerzos ...
    ... para aguantar todo lo que podía. Necesitaba, más que quería, darle un gran orgasmo. Dio un gritito, tenso el cuerpo, se apretó contra mí con gran fuerza, dejó escapar un largo gemido y repentinamente comenzó a reírse con risa entrecortada por espasmos hasta que se quedó quieta y comenzó a relajar el cuerpo poco a poco. Entonces me corrí yo y al notarlo, me volvió a comer la cara a besos mientras me daba un abrazo muy fuerte. Luego nos quedamos acostados sobre la toalla y no pude resistirme a acariciarle el duro cuerpo, la suave piel. Nunca pude imaginarme tanta firmeza, tetas tan duras, nalgas tan firmes, boca tan dulce pero ni mucho menos podría imaginarme que aquella niñita con trencitas, uniforme de colegio, tímida, delgaducha, desgarbada, feucha y con brackets acabaría volviéndome tan loco. No acabábamos de recobrar el resuello cuando nos volvimos a abrazar, volvimos a follar, rodamos sobre la arena que se nos metía por todos lados, pero no importaba, era un momento sublime. Agotados nos quedamos quietos, sobre la arena, luego ella se levantó, saludó mano en alto a los ocupantes de un yate que cruzaba frente ala playa. Les conoces? ―pregunté inquieto. No, pero quiero que me vean feliz. Y desnuda-dijo sonriendome. Desnuda, feliz y toda una mujer ― Luego se volvió hacía mi, me besó en la frente y dijo ―te quiero tonto ―luego corrió nuevamente al mar para zambullirse como la sirena que cada vrez más me parecía ser. Esa fue la primera vez que follamos. A lo largo del verano ...