1. La vegana despreciada


    Fecha: 18/02/2018, Categorías: Humorísticos Masturbación Voyerismo Autor: josuecali, Fuente: xHamster

    ... supuesto, no dejaba de notar que en realidad no mejoraba mi aspecto. Resultó que para ver mejoría debía esperar mínimo cuatro meses, y comer menos y más sano. Podía hacerlo. Dada mi robustez, los brazos se me fueron abultando de manera poderosa. Una muchacha me dijo al pasar, “tú puedes, dale, dale, que crezca más ese bíceps”, volteé y me sonrió, antes de darle un trago a su botella de agua, meneando el culo en un pants negro. Con que podía crecer “más” éste bíceps, pensé, claro que puede crecer más, perrita, pensé. En los días siguientes, con esa muchacha, procuré ser más suelto, ya saben, ser un caballero, ayudarle moviendo las tablas para hacer abdominales, mover las mancuernas, pero fue un error, porque fuí de lo más tímido. Después sólo nos saludábamos, pero nada más. Hice al cabo de unas semanas buena amistad con dos o tres hombres que se ejercitaban y llevaban más tiempo, y eran unos años mayores que yo, sin que, francamente, viera algo de mejoría, a pesar de que decían que antes pesaban al menos quince o diez kilos más. Un día llegué directo a las caminadoras y ví a una mujer que no había visto antes. Resaltaba de entre las demás porque era mucho más delgada, mucho más exquisita. Me coloqué en la caminadora detrás de la suya. Ey, no soy ningún pervertido, era la única que estaba desocupada, además, estábamos en el templo del gimnasio donde todos éramos iguales y amigables, ¿no? Esto no me impidió, claro, mirarle mover su precioso culo, y verla acomodarse el cabello ...
    ... negro lacio a cada rato. Pasé a los aparatos para pecho y espalda y me olvidé de ella de momento. Cuando pasé a las máquinas para pantorrilla, la volví a ver, ahora ejercitándose en una máquina para glúteos, en la que hay que dar una patada hacia atrás, levantando las pesas con una polea. En pocas palabras, estaba empinada en una máquina de perfil hacia mí. Soy un tipo con suerte, pensé, porque de nuevo pude deleitarme sin parecer ningún pervertido. Así hice más de lo que me tocaba porque, vamos, un ángel así no se ve todos los días. ¿Quién podía decirme que la volvería a ver? A mi parecer el lugar no la merecía, quizá se diera cuenta ella de esto y no volvería otra vez. Para mi sopresa, cuando volteó hacia donde estaba, me sonrió. ¿Era verdad?, ¿no alucinaba? ¿una belleza así me sonreía a mí? En efecto, y sabía que yo la miraba, y ella nada penosa se dejaba ver. Ey, estábamos en un templo, no lo olviden, todos amigos. Era lo mío, pensé, el gimnasio, mi vida al cabo de poco se había transformado, iba por el buen camino hacia un nuevo y mejor yo. Y tenía mi dosis de bellas mujeres, camaradería, todo en un sólo lugar, para después cumplir con las obligaciones laborales cotidianas. Cuando llegaba, sabía por el día y la hora, a quiénes vería en las caminadoras. Iba siempre a las de atrás, necesitaba esa motivación, aunque hubieran desocupadas en frente. La mujer delgada que había visto antes, la volví a ver cada tercer día, tenía su rutina fija, y yo, al ir diario, fuí haciéndome ...