1. ¿Sumisa?


    Fecha: 06/02/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: LaBellu, Fuente: CuentoRelatos

    ... me apiadé y agregué:
    
    —se ha detenido, así sin más —como culpando a mi “Mini” de no haberme pedido permiso para eso.
    
    —ha llamado al auxilio?
    
    —pues no (la verdad no se me había ocurrido tampoco) tengo el móvil sin batería y… ya ve Ud. –señalando con mi mano por aquí y por allí− que habitantes no parece haber.
    
    No parecía ser de esos que se hacen amigos al instante.
    
    —me permite?
    
    —qué?
    
    —echarle un vistazo.
    
    —claro hombre.
    
    Lo mismo éste tío ya se estaba arrepintiendo de haberse acercado a socorrerme. Lo mismo era un ejecutivo súper importante y se dirigía a una reunión de negocios más importante todavía. O a ver a su amante, con esa, con la que se regocijaba metiéndole los cuernos a su esposa…
    
    —no tiene gasolina.
    
    Me lo escupió así, tan directo, tan serio… pero ¡qué bueno estaba!
    
    —entonces, ¿que se supone que debo hacer? Porque gasolineras por aquí no hay… bueno, yo no las estaría viendo ahora mis…
    
    Me interrumpe en seco.
    
    —no tengo gasolina suficiente para los dos, pero si puedo buscar una y traérsela, ¿correcto?
    
    —sí, claro, correcto.
    
    ¿Y te vas so perro? pensé. Y luego regresas, me metes la gasolina y te marchas.
    
    —le puedo acompañar? Para no quedarme aquí sol…
    
    —cierre su coche y suba.
    
    Ni una sonrisa el muy jodido, todo era, esto o aquello, pero que caray, estaba bueno, así que hice lo que me pedía y nos fuimos a por la gasolinera.
    
    —la próxima vez, trate de verificar que todo esté en orden antes de salir, porque es raro que ...
    ... por esta carretera pase alguien. Yo tomo este camino muy pocas veces.
    
    Ya claro, cuando vas a beneficiarte a alguna furcia. Si te tengo calado truhan.
    
    —Le agradezco mucho, por cierto, mi nombre es…
    
    —Aquí hay una gasolinera, aguárdeme.
    
    Y se baja. Y sí que llevaba prisa el condenado y tal como iban las cosas, ni el nombre iba a averiguar, y si llevaba un bóxer o un calzoncillo menos todavía. Pues nada, que le vamos a hacer. Así que me perdí nuevamente en mis pensamientos mientras él iba y volvía y nos marchábamos. Llegamos nuevamente donde mi coche estaba aparcado. Nos bajamos.
    
    —tome —me dijo dándome la gasolina.
    
    Eso fue como una punzada de dolor. ¿Es que me iba a abandonar cuando yo no tenía ni idea de cómo alimentar a mi pequeño cochecillo?
    
    —deje, ya lo hago yo.
    
    Hombre, al fin, pensé. Un poco de humanidad o es que vio mi cara de signo de interrogación, mi desamparo… mi torpeza extrema, la verdad.
    
    En ese momento se volvió hacia mí, con la gasolina en la mano, me miró directamente a los ojos.
    
    —harás algo por mí a cambio.
    
    Más contenta que unas castañuelas le pregunté:
    
    —sí, dígame, dime, lo que quieras.
    
    —bájame la cremallera y chúpame la verga.
    
    Pero este tío, pero, pero, ¡pero!
    
    —tú estás chalado ¿o qué?
    
    —chúpamela, perra.
    
    Ahí sí que no pude más.
    
    —mira cabrón, perra será tu tía abuela, ¿te queda claro? Y no, no voy a chuparte tu maldita verga… pero que te has creído tú, que soy una de esas, como les dicen, ¿sumisas?
    
    —no hay ...