1. AMO Y ESCLAVA


    Fecha: 06/02/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues

    ... bajar, cerró el coche y tomándome de la mano me condujo al templo. Entramos, nos persignamos, apenas si recordaba cómo hacerlo, hacía años que no pisaba una iglesia, el frío del lugar se pegaba en mi piel y el vacío de personas me daba escalofríos, apenas unas viejas ancianas parecían rezar en los primeros bancos, ajenas a todo, Alejandro me indicó con el índice uno de los confesionarios al rincón donde se veían unas muy pocas personas, él tenía todo calculado y mostraba pleno dominio de la situación, se acercó a mi oído y casi en un susurro ordenó: Vas a ir a confesarte, le dirás al cura que eres una puta y que no puedes contenerte, y mientras lo haces vas a acariciar tu concha con el juguete que te dejé en la cartera… No Alejandro, no puedo hacer eso! – protesté mientras un terremoto corría por todo mi cuerpo, mezcla de locura y excitación Pero el solo me tomó del brazo para llevarme al lugar elegido. Nos pusimos en la cola, se aseguró de elegir el lado que daba al rincón para que yo no tuviera problemas y esperamos pacientemente nuestro turno. Al fin llegó el momento y necesité un leve empujón que me obligara a hacerlo. Me arrodillé en el confesionario dejando mi cartera a mi alcance, con el cierre abierto y el juguete a mano, estaba nerviosa, sentía las manos transpiradas y tenía un persistente zumbido en los oídos, la boca se me había secado y me costaba tragar, me repetía mentalmente que debía tranquilizarme, que debía disfrutar el momento y que si no lo conseguía, ...
    ... entonces sería todo un fracaso. La voz del párroco me sacó de mis pensamientos y me fue guiando a los comienzos de la confesión, apenas balbuceaba sobre sus palabras puesto que ya no recordaba de qué se trataba la historia. Comencé a relajarme lentamente, a través de los pequeños orificios que nos separaban y la poca luz del lugar, pude divisar el perfil izquierdo de aquel hombre, su cabello encanecido y las arrugas en su rostro me dieron la imagen de una persona mayor, sesenta años, tal vez más. La historia fue cambiando, entré en confianza conmigo misma y un hormigueo de excitación recorrió todo mi cuerpo, al fin el padre dijo Hija, cuéntame tus pecados… Padre, tengo demasiados pecados, pero hay algo en mi vida que me perturba sobremanera, no puedo evitarlo… Adelante hija… Es que, como decirlo… soy muy mujer… me gustan demasiado los hombres… no puedo evitar acostarme con todos… me siento una prostituta… Quién me escuchaba al otro lado no parecía inmutarse por mis palabras, ni siquiera volteaba el rostro para ver la mujer que le hablaba del otro lado, solo escuchaba. Según me había ordenado Alejandro, discretamente había tomado el consolador y pasándolo bajo de mi pollera comenzaba a acariciar mi sexo desnudo, el tocar mi clítoris me producía imperceptibles espasmos casi incontrolables, sentía mojarme y noté que poco a poco la situación comenzaba a escaparse de control, seguí narrando siendo más concreta… Padre, los penes son mi perdición, tengo la vagina afiebrada y necesito ...