1. Carlitos era casi un niño cuando se me entregó: Coyote Cojo


    Fecha: 25/01/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... trémulo, virginal, chiquito y flaco, como me encantan, de nalgas pequeñas, pero bien redonditas y levantadas, con su verga derechita y hacía arriba, delgada, cónica, babosa y brillante en su cabecita ligeramente más oscura, de unos 13 centímetros y sus huevitos de escroto compacto, casi pegado al cuerpo, manojo tiernamente apenas coronado por una delgada guirnalda de sedosos y rizados vellos negros azabache. El aroma que de ahí salía era aliento de ángeles y canto de sirenas. Me atrapaba la idea de devorarlo, pero no lo hice. Una vez que lo tuve desnudo y excitado entre mis brazos, no tuve más que besarlo y conocer todos sus rincones con mis manos. Me comía su cuello y el niño más gemía y sollozaba hasta casi el llanto de abandono, pero le volvía a tapar suspiro con la lengua de mis besos. Tenía yo el calzón empapado de precum pues Carlitos tímidamente exploraba mi hombría con su tacto que delataba que, si bien conocía la verga, no era por tener novio ni una vida sexual realmente activa siquiera. Le tomé la cabeza con ambas manos, luego de un largo beso estando arrodillados sobre su cama el uno frente al otro y lo conduje así por mi cuello, pecho, axilas, tetillas, abdomen y reata. Entendió y me quitó lo calzones y brincó mi polla peluda para ser atrapada con sus manos que con ella jugaban. Me la peló del prepucio y se escurrió mi baba, con la que empezó a puñeteármela, para finalmente llevarla a su boca que de tímida a voraz y soberbia todita me la comió. Qué rico cuando ...
    ... pasaba su lengua alrededor de la cabeza y ver cómo disfrutaba el sabor de mis baba hasta torcer los ojos. Así estuvo un ratote, hasta que lamió y comió mis colgantes y peludos huevos. Yo levanté las piernas y, aunque vi su recelo, las abrí y le ordené comerme el culo, lo cual hizo porque no le quedaba más, para yo chaquetearmela mientras él a discreción metía su lengua y jugueteaba con mi punzante yoyo. Me incorporé al pasar poco tiempo y lo tumbé a la cama boca arriba. Lo abarcaba yo fácilmente por su tamañito y de ese modo de nuevo lo hice mío con manos, dedos y lengua. Levanté sus piernas y simultáneamente comí su rica y también babosa verga, sus huevos y su hambriento culo. De cuando en cuando él volvía a comerme la verga y yo le dedeaba hasta con tres falanges juntas el hoyo. Así fue extensa la dinámica hasta que luego de una buena comida de culo que le dí, comencé a meter mi verga, de misionero, con sus piernas en mi hombro y me preguntó por el condón a lo que ni caso hice y sólo se la dejé ir suavemente sin que se pudiera resistir dado el placer que le venía. Él tenía los ojos desorbitados y mi verga dura como piedra ya era toda suya en el vaivén de las embestidas. Escupí al rededor de mi verga dentro de su culo para facilitar la cosa y seguí disfrutando tanto como él gemía. Se podía mirar lo acelerado de su ritmo cardíaco palpitar por las venas de su verga dura que no dejaba de escurrir. Me empujó para zafarse de mí y me pidió que me acostara en su cama, boca arriba y ...