1. Carta erótica a mi tía


    Fecha: 03/11/2020, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: A. Mendel., Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Carajo, tía, usted se ve en extremo apetecible. Seguramente lo sabe, seguramente sabe lo que provoca cuando decide vestirse de cierta manera. O al menos eso me parece, no creo que sea una decisión aleatoria. Quizá sea un malentendido de mi parte el considerarla, la provocación, como su motivo para elegir ese atuendo; pero lo que será innegable es que ha hecho una elección de lo más exquisita. Esas prendas se ciñen con facilidad a su figura, haciendo que su apariencia sea provocativa, haciendo que las miradas se enfoquen en usted.
    Lamento mi manera de expresarme, seguro resultará muy incómoda, pero debo confesarle que me ha incitado una erección y justo ahora me imagino un montón de cosas que podría hacer con usted sobre una cama. Me tomaré la libertad de numerar a qué cosas me refiero.
    Se me antoja, en principio, estar en un lugar privado con usted, un lugar con media luz o luz tenue que encienda nuestros sentidos. Me apetece verla moverse y caminar como lo haría normalmente pero afanándose para dejarme contemplarla. Mi mirada iría desde su pronunciado escote hasta sus botas de tacón que además de agregarle algunos centímetros de altura levantan sus nalgas. Le confieso, ese vestido de vinipiel negro sumado a unos aparentes leggins del mismo color me han vuelto loco, quisiera poder rodearla por la espalda y acercar mi miembro a sus nalgas generosas que le ha dejado el gimnasio.  La tomaría por la cintura y haría movimientos circulares con mi vientre mientras la beso despacio ...
    ... en el cuello para ir subiendo poco a poco a sus labios. Me interesa saber cómo le gusta que la besen, deprisa? despacio? Cómo sea, así la besaría, como usted me indique.
    Y después de unos momentos deslizaría mis manos de su cintura a sus tetas, que, déjeme decirlo, se ven tan bien! Por lo que he llegado a ver en algunas ocasiones me parecen tan deliciosas; para besarlas, lamer sus pezones, amasarlas y poner entre ellas mi verga, de ser posible hasta venirme y salpicarlas de mi semen. Pero mucho antes de eso, las sacaría de su prisión de vinipiel y pellizcaría suavemente sus pezones para provocarla. Tal vez empezaría a gemir en ese momento, tal vez, abajo, empezará a humedecerse. Tan solo de imaginarme la imagen mi erección crece: yo abrazándola por la espalda, sosteniendo sus tetas mientras la beso.
    Una vez seguro de que ha sido efectiva mi maniobra para hacerla gemir sin acercarme a su sexo lo haría, iría al sitio de mi delirio. Bajaría una mano sobre la tela y la acariciaría. El calor no dejaría duda de que su humedad va creciendo, pero yo me tomaría mi tiempo para atravesar el mallón con mis dedos. Es muy probable que para este punto no se haya quedado quieta, sus manos debieron haberse acercado a mi rostro para evitar que nos separemos de nuestro largo beso o, bien, una debió haberse dirigido a mi pantalón urgando por mi miembro. Habría hecho que mi verga saltara de mi pantalón muy rápido y la habría sostenido y empezado y sube y baja en mi carne. Entonces la empujaría ...
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