1. Lechita para canela


    Fecha: 21/12/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... la compartía con su entorno, puede decirse que durante el tiempo que estuvo con nosotros la consideramos un integrante más de la familia, actitud que correspondía con afecto y agradecimiento.
    
    A mi mujer se le hizo imprescindible su colaboración y a mí... también su “cola-boración”.
    
    Pasado en síndrome post parto, más un tiempo prudencial llegó el momento de reincorporarse al cargo docente, la suegra se encargaba de atender a la beba, por esa causa mi esposa comenzó a pasar más tiempo en la casa paterna. Como consecuencia, yo más tiempo en casa, preparando las clases del siguiente día, obviamente dediqué más tiempo a observarla que al trabajo. Cada momento me sentía más y más atraído por esta belleza salvaje, el color canela de su piel y sus meneos me “ratoneaba” fantaseando con tenerla en mi cama y hacerle de todo y por todos los accesos.
    
    Desde el primer momento concentró mi atención y excitación, por más intento de evitarlo, me atraía el magnífico trasero con la tela de la calza de licra “by deep” o dicho en lenguaje masculino “come trapo”, que la tela se mete entre cachas firmes creando una figura que no se puede creer.
    
    Desde mi lascivia todo cuanto hacía o decía venía como sobrecargado de erotismo, inclinarse una invitación al toque, caminando incita a tocárselo, agacharse dándome la espalda un desafío flagrante a sodomizarla ahí mismo y con el pantalón puesto. Obviamente no soy un acosador ni valerme de la situación de empleador para abusarme y forzar su ...
    ... voluntad, lejos está de mi forma de ser, pero no soy de mármol y solo dios sabe cuánto esfuerzo me costaba sobreponerme a la tentación por avanzarla.
    
    Esa tarde se llegó hasta mi escritorio con la bandeja, un exquisito café, preparado a la cubana, con canela lo hacía más sabroso, pero… sucedió que se le cayó (supongo intencional) una cucharita al piso y se agachó a recogerla. Me dio, regaló, la espalda con la colita bien en pompa, me mordí el labio para no hacer un desaguisado.
    
    - Le preparé un café al estilo de mi país, con canela. – pícara sonrisa
    
    - Qué bueno, con canela como el color de tu piel, sin ofender, solo es afectuoso.
    
    - Claro, te comprendo. Dicen que el color canela es el color del deseo… -sonríe
    
    - Por qué no vas por otro y me acompañas.
    
    Dos sorbos y cuatro palabras bastaron para establecer que había buena onda, que estábamos en la misma sintonía. También ella intuía, o sabía de mi desventura por la falta de sexo, nada tonta para para buscar la forma de que le abriera mi corazón y dejara fluir mis pesares. Escucha mi situación, sin sorpresa, con sinceridad y afecto casi maternal se pone a mi lado, me acaricia la nuca.
    
    - ¡Chico! Mira, si no tienes prurito en tirarte a esta “piel canela”
    
    La miré sin poder dar crédito, cara de gusto pero de incredulidad, volvió a repetirlo, algo nervioso y descolocado por la situación, graciosa por cómo se llamó a sí misma, se apoyó sobre mi hombro y siguió hablando:
    
    - Desde que me vine de la isla solo he tenido un ...
«1234...»